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EL TORBELLINO MENTAL (Resumen)

Las tres olas _ A. Toffer - Capitulo XXI

Adalberto Steinfeld - steinfeld@millic.com.ar

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El autor plantea en el presente capitulo, y lo manifiesta desde su titulo, la crisis de pensamiento actual, analizando las supuestas causas que han sido disparadoras de los cambios que sacuden el universo mental , considerando que presenciamos una intensa guerra cultural, una rebelión filosófica al estar siendo desacreditadas, menospreciadas, abandonadas o subsumidas en teorías más amplias y poderosas, las ideas fundamentales del período industrial imperantes en los últimos trescientos años.

El surgir de un movimiento ecologista combatiendo la contaminación, los aditivos, los reactores nucleares, las autopista y hasta los aerosoles, nos está haciendo reconsiderar nuestra dependencia con la naturaleza, concepción que hace hincapié en la armonía con la Tierra., apreciando su complejidad y dinamismo. Reconceptualizar la sociedad en términos de reciclaje, renovabilidad, y de la capacidad transportadora de los sistemas naturales. Revalorizado el interés por los alimentos naturales, el parto natural, la lactancia materna, el cuidado corporal. La tierra es ahora considerada mucho más frágil por ello se muestra favorable la idea de protegerla no violarla, anticipar y prevenir no ignorar los efectos secundarios sobre la naturaleza.

En otro aspecto cabe destacar que, el desarrollo científico de instrumentos para explorar las más remotas distancias de la naturaleza, como láseres, cohetes, aceleradores, plasmas, fantásticas posibilidades fotográficas, ordenadores etc., han hecho estallar nuestra concepción de lo que nos rodea. Ahora examinamos fenómenos que son más grandes, más pequeños y más rápidos que cualquiera de los considerados durante el pasado. La escala explorable ha aumentado más allá de las atrevidas suposiciones de ayer, lo que nos obliga a revisar nuestro pensamiento.

La sugerencia de que la vida no es exclusiva de la Tierra altera nuestra percepción de la Naturaleza y de nuestro lugar en ella. Nuestro planeta parece mucho más pequeño y más vulnerable. Nuestro lugar en el universo parece menos grandioso. Nuestra imagen de la naturaleza ya no es la misma de antes, como tampoco nuestra imagen de la evolución en un universo más grande y complejo que el imaginado.

En el plano biológico, se hallan en tela de juicio reglas que en otro tiempo se consideraron aplicables en forma general, preguntándose si la evolución biológica en una respuesta a la variación y selección natural o si el nivel molecular puede ser por el contrario, dependiente de una acumulación de variaciones que originen una desviación genética sin que intervenga la selección natural. Suposiciones que los seres humanos y la mayoría de las demás formas de vida (eucariotes), descendían de células más simples llamadas procariotes, están tambaleando al conducir recientes investigaciones a resultados totalmente en contrario, suponiendo que la evolución favorece adaptaciones que mejoran la supervivencia.

Sin embargo, se están encontrando desarrollos evolutivos que parecen resultar beneficiosos a largo plazo a costa de perjuicios a corto plazo. En el reciente experimento de aparear dos especies de monos con dos grupos distintos de cromosomas, su genética apoya la idea de que la evolución puede producirse a saltos así como la progresiva acumulación de pequeños cambios, motivo por lo cual, muchos arqueólogos y científicos se hallan estudiando la “ teoría de las catástrofes”, para explicar esos huecos o saltos. Otros están estudiando pequeños cambios que pueden haber sido amplificados mediante un proceso de realimentación.

Todo ello queda empequeñecido ante el hecho producido en 1953 en Cambridge, Inglaterra, cuando Francis Crick, desentraña la estructura del ADN. A partir de allí, a su decir, habíamos descubierto el secreto de la vida, ampliando los conocimientos de cómo trasmite el ADN sus instrucciones a la célula, analizado cromosomas para determinar la función genética, sintetizado una célula, aislado genes humanos puros, trazado el mapa de los genes, cambiando la herencia de una célula, estando ingenieros genéticos de todo el mundo capacitados de crear formas de vida enteramente nuevas. Se ha dominado la evolución misma, la que se encuentra en proceso de reconceptualización. El pensamiento de la segunda ola donde se concebía la especie humana como la culminación de un largo proceso evolutivo, debe ahora enfrentarse con el hecho de que estamos a punto de convertirnos en diseñadores de la evolución.

Al estar cambiando las ideas de la segunda ola sobre la Naturaleza y la evolución, estamos sometiendo a revisión su optimista idea sobre el progreso, cuando consideraba que cada adelanto científico o producto perfeccionado era prueba de un inevitable avance hacia la perfección humana.

Los beats de los años cincuenta y los hippies de los sesenta hicieron del pesimismo sobre la condición humana un tema cultural omnipresente. Movimientos que pretendían sustituir el optimismo despreocupado por una despreocupada desesperación.

El pesimismo se convirtió en algo positivamente elegante. Muestra de ello son las películas de Hollywood de dichos años donde los héroes se sustituyeron por alienados antihéroes, rebeldes sin causa, pistoleros y vagabundos rudos y broncos pero espirituales donde la vida era un juego donde nadie ganaba.

Ficción, drama y arte adquirieron una desesperanza de cementerio en muchas naciones. Ya por entonces se resumía que: * El hombre es falible, las teorías políticas son relativas, el progreso automático es un espejismo*. La tecnología, en ves de ser representada como el motor del progreso, aparecía como un dios sanguinario que destruía la libertad humana y al mismo tiempo el entorno físico. Hasta el informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento dió un tono fúnebre a la década siguiente con sus previsiones de catástrofe para el mundo industrial. Agitaciones, desempleo e inflación contribuyeron a ese pesimismo y al rechazo de la idea del progreso humano inevitable. Hasta Henry Kissinger hablaba sobre la decadencia de Occidente, haciendo correr un nuevo estremecimiento de temor.

El inevitable progreso en una sola dirección fue encontrando cada vez menos seguidores a medida que se aproximaba el fin de la segunda ola. Hoy se extiende rápidamente la comprensión de que no es posible ya mediar el progreso exclusivamente en términos de tecnología o de nivel material de vida de una sociedad que esté moral, política o ambientalmente degradada, no será una sociedad avanzada, por rica o técnicamente sofisticada que pueda ser. Nos estamos moviendo hacia una noción de progreso mucho más amplia, que no se logra automáticamente ni definido tan solo por criterios materiales.

Nos hallamos menos inclinados a pensar que las sociedades se mueven a lo largo de un único camino, pasando automáticamente de un estado cultural al siguiente, más avanzado que el anterior. Puede haber muchas ramificaciones, alcanzando esas sociedades, un desarrollo armonioso y comprensivo de maneras diversas. El actual cambio hacia un mundo más diverso y desmasificado, puede ser considerado como un importante salto adelante. Es improbable que la cultura retome jamás el ingenuo y unilateral progresivismo. Las últimas décadas han presenciado su forzada reconceptualización de la Naturaleza, la evolución y el progreso, basados sobre ideas más elementales sobre tiempo, espacio, la materia y la casualidad, presunciones que están siendo disueltas por la tercer ola.

La civilización de la segunda ola, desde Newton, dio por asentado que el tiempo transcurría a lo largo de una única línea desde las brumas del pasado hasta el más remoto futuro, uniforme en todo el Universo e independiente de la materia y el espacio. Hoy, nos informan que su naturaleza puede ser deformada y distorsionada según el lugar desde donde se le mida. Agujeros negros, pueden negar por completo el tiempo haciéndolo permanecer inmóvil en su proximidad. Hoy se sabe que el tiempo no es absoluto sino relativo, muy lejos del tiempo en que se basaba la física y la indusrealidad clásicas que daban por supuesto que antes o después, tenían un significado fijo, independiente del observador.

Actualmente se está operando en la física una explosión y una implosión al mismo tiempo, con sorprendentes implicaciones. En un extremo, parecen puntear el cielo agujeros negros que lo absorben todo en su interior, incluida la propia luz, haciendo pedazos las leyes de la física, en las que energía y materia se desvanecen. Incluso la existencia de agujeros helicoidales y agujeros blancos, a cuyo través la energía y la materia perdidas son arrojadas a otro Universo. Se cree que un único momento en la proximidad de un agujero negro podría equivale a eones en la Tierra. Se toma como ejemplo que una misión interestelar quizás tuviera que esperar un millón de años para llegar hasta un agujero negro y sin embargo, la distorsión gravitacional en su vecindad marcaría en los relojes de la nave, el paso de unos pocos minutos o segundos. El mismo fenómeno similarmente desconcertante lo encontramos en el mundo de partículas u ondas microscópicas. La hipótesis de partículas llamadas taquiones, que se mueven a velocidad mayor que la luz y para las cuales el tiempo se mueve hacia atrás.

El físico británico J.G.Taylor afirma que la noción microscópica del tiempo es muy diferente de la macroscópica. Para el físico F. Capra, el tiempo esta fluyendo a velocidades diferentes en partes diferentes del Universo. Pareciera haber tiempos diferentes y plurales que operan bajo reglas diferentes en partes diferentes del universo , lo cual hace caer por su base la idea del tiempo lineal universal.

En el mismo momento en que estamos reestructurando radicalmente nuestros usos sociales del tiempo, introduciendo el horario laboral flexible, independizando a los trabajadores del transportador mecánico, estamos reformulando nuestras imágenes teóricas del tiempo. Muchos de estos cambios, abren agujeros en nuestro conocimiento teórico, alterando nuestra imagen del espacio de formas más inmediatas, cambiando los espacios reales en que vivimos, trabajamos y jugamos. Vamos entrando de hecho en una nueva fase de la relación de la Humanidad con el espacio.

La primera ola trajo consigo poblados agrícolas permanentes en los que la mayoría de la gente vivía toda su vida a pocas millas de su lugar de nacimiento. Introdujo la existencia estática, fomento sentimientos intensamente locales, la mentalidad aldeana.

La civilización de la segunda ola, concentró poblaciones enormes en grandes ciudades y como necesitaba obtener recursos desde lugares remotos y distribuir bienes a grandes distancias, hizo surgir personas dotadas de una mayor movilidad. La cultura que produjo era centrada en la ciudad o en la nación. En los países que aún se encuentran en proceso de industrialización, todavía fluyen millones de personas a zonas urbanas.

La tercera ola, dispersa la población y por lo contrario, los países de elevada tecnología están experimentando una inversión de ese flujo, presentando una progresiva disminución de su población, mientras se incrementa en las ciudades de tamaño medio y pequeño. La tecnología del transporte y las comunicaciones ha permitido cortar las ligaduras que inmovilizaban a las grandes corporaciones en las ciudades en que tenían su sede. Esta redistribución y desconcentración, alterará nuestras presunciones y expectativas sobre el espacio personal así como sobre el social, sobre distancias aceptables para el desplazamiento cotidiano entre otras muchas cosas.

También estos cambios parecen estar engendrando una nueva perspectiva que es intensamente local y sin embargo global, incluso galáctica. Una nueva atención en el barrio, a la política local y a los lazos locales y al mismo tiempo se interesan por asuntos mundiales y se preocupan por el hambre o la guerra que tiene lugar a diez mil millas de distancia, mucho mayor a medida que se incrementan y proliferan las comunicaciones. La mentalidad de la tercera ola combina el interés por lo próximo y por lo lejano.

Estamos adoptando imágenes del espacio más dinámicas y relativistas. Los satélites nos permitirán contemplar un mapa viviente de una ciudad o país y presenciar las actividades al mismo tiempo que se producen.

Mientras algunos cartógrafos ponen en el tapete de la discusión el mapamundi tradicional, denuncian la intencionalidad política de distorsionar la escala terrestre por parte de los países mas industrializados para engañar respecto a su superficie y su importancia a países menos desarrollados en adecuada perspectiva política además de la cartográfica, poniendo de manifiesto que existe diferentes imágenes del espacio que sirven a finalidades distintas. Que la tecnología y el conocimiento ponen al descubierto con mayor rapidez donde la tercera ola aporta una nueva forma de mirar al mundo.

Estos cambios en nuestras concepciones, empiezan a combinarse a medida que pasamos de una cultura de la segunda ola, que cargaba el acento en el estudio de las cosas aisladamente consideradas, a una cultura de la tercera ola que recalca contextos, relaciones y todos.

A comienzo de los años cincuenta, y casi al mismo tiempo en que los biólogos descifraban el código genético, en distintos países, especialistas, teóricos e ingenieros, basados en la investigación de operaciones de la segunda guerra mundial, daban nacimiento a un nuevo grupo o especie de tecnología que apuntala la producción en la fábrica y la oficina a través de una nueva forma de pensar, creando la “Teoría de los sistemas”, enfoque total no fracmentario de los problemas, poniendo de relieve las relaciones de realimentación entre sub sistemas y ejerciendo un importante impacto cultural.

No han sido los únicos en instalar una forma más integradora de enfocar los problemas. Las campañas ambientalistas de la década del setenta, contribuyeron al exponer la existencia de una red de la naturaleza inter relacionando especies y la totalidad de los ecosistemas. Ellos tienden a equilibrar el todo, no resolver una parte únicamente.

En las universidades se iban oyendo más voces a favor de un pensamiento interdisciplinario. Las religiones orientales, tenían en un principio un pequeño número de discípulos entre las clases medias europeas quienes oían a un gurú de 16 años de edad, o abrian restaurantes vegetarianos del estilo hindú, que se transformo por millares cuando comenzó a desintegrarse la sociedad industrial.

En el campo de la salud mental, los psicoterapeutas buscaron formas de curar a la persona total. A través de la terapia Gestalt, se busca incrementar el potencial humano mediante el proceso de integración de la conciencia sensorial del individuo, sus percepciones y sus relaciones con el mundo exterior.

En medicina ha surgido un movimiento de salud totalista, basado en ideas de que el bienestar del individuo depende de una integración de lo físico, lo espiritual y lo mental.

Hoy, el gobierno norteamericano presta patrocinio para temas como curaciones por la fe, iriología, acupresión, meditación budista y eléctromedicina, demostrando un interés por métodos y sistemas alternativos de curación que se incluyen bajo la denominación de salud totalista.

El término totalista ha sido incorporado al vocablo popular, el Banco Mundial habla de una concepción totalista de la vivienda urbana. Cuestiones educativas no refieren a la lectura y puntuación totalista. Los gimnasios de belleza ofrecen ejercicio totalista.

Si bien cada uno de estos movimientos, modas o corrientes son independientes y diferentes entre si, su elemento común y esencia queda resumida en que somos parte de un sistema interconectado de la naturaleza.

Tomados en su conjunto, la teoría de los sistemas, la ecología y el generalizado énfasis sobre el pensamiento totalista, junto con la cambiante concepción del tiempo y el espacio, son parte del ataque cultural contra las premisas de la segunda ola.

La segunda ola nos dio la certeza de que sabíamos o podíamos saber, cuales eran las causas de las cosas, pues todo fenómeno ocupaba una única y determinable situación en el espacio y en el tiempo. El Universo se componía de causas y efectos, concepción que nos ha sido extremadamente útil al ayudarnos a curar enfermedades, construir rascacielos, diseñar ingeniosas maquinas y montar importantes organizaciones, a pesar de haber sido menos satisfactoria para explicar fenómenos como el desarrollo, la decadencia, grandes cambios que quedan frustrados o a la inversa, mínimos acontecimientos que se convierten en gigantescas fuerzas explosivas.

Estudiosos y cientificos de todo el mundo se hallan elaborando una nueva concepción del cambio y la causación más acorde con nuestras concepciones rápidamente cambiantes de naturaleza, evolución y progreso, de tiempo, espacio y materia, y proporcionando pistas de cómo actúa la causación en sistemas no mecánicos que viven, mueren, se desarrollan y experimentan evolución y revolución.

La nueva causalidad de la tercera ola deriva en parte de la idea de la realimentación a tipo de termostato doméstico, que mantiene la temperatura deseada a un nivel uniforme, preservando el equilibrio, conteniendo o suprimiendo el cambio cuando amenaza rebasar un nivel dado.

Se hallaron infinidad de ejemplos de procesos protectores de la estabilidad en todos los campos, desde la fisiología (el cuerpo humano manteniendo su temperatura) hasta la política (cuando el aparato de una institución sofoca una protesta) La realimentación negativa parecería actuar por doquier a nuestro alrededor, haciendo que las cosas conserven su estabilidad.

Profundizando su análisis puede observarse que también existen procesos de cambios que se comportan como amplificadores del cambio, denominándolos positivos. Un claro ejemplo en el juego del Monopolio, un poco el ejemplo de una economía real, cuanto más se tiene, más se invierte y permite obtener mayores rentas para seguir invirtiendo.

Cuando situamos juntas la realimentación positiva con la negativa, y vemos la riqueza con que esos dos procesos diferentes interactúan en organismos complejos, desde el cerebro humano hasta la economía, y como cultura, asumimos que cualquier sistema contenga una mutua interacción, empezamos a vislumbrar un nuevo nivel de complejidad en el mundo, sabiendo que esos reductores o amplificadores en los sistemas biológicos o sociales pueden estar ausentes al comienzo y surgir luego. La tercera ola presenta un mundo complejo con fuerza interactuantes.

El premio Nobel fue asignado a Ilya Prigogine y sus colaboradores por haber demostrado que en las estructuras químicas pasas estadios más elevados de complejidad mediante una combinación de necesidad y azar. Si el interior de cualquier sistema se halla estremecido de fluctuaciones, entra en juego la realimentación , ya sea para amortiguar o suprimirlas (negativa) o para amplificarla (positiva) hasta tal punto de poner en peligro el equilibrio del sistema. Por estas fluctuaciones internas o externas, la quiebra del viejo equilibrio no termina muchas veces en caos o destrucción, sino en la creación de una estructura totalmente nueva en un nivel superior que Prigogine denomina * estructuras disipadoras*, considerando así el proceso que conduce a la evolución necesaria, la cual no puede planearse o predeterminarse, ni en el marco de los principios, cual de las muchas formas va a adoptar.

La espontanea formación de estructuras coherentes, el orden surgido del caos, ataca a la vieja causalidad, donde se nos aparecen hoy como situaciones limitativas, aplicables a casos altamente idealizados.

La ciencia de la complejidad, conduce a una concepción completamente diferente. Siempre existe la posibilidad de que alguna inestabilidad conduzca de algún modo a un nuevo mecanismo, pues tenemos un universo totalmente abierto.

A medida que avanzamos a pensar en términos de influencia mutua, quiebra de sistemas, de estructuras disipadoras y de fusión de azar y necesidad, estamos emergiendo a una cultura totalmente nueva, orientada al cambio y a una creciente diversidad, la que trata de integrar la nueva concepción de la Naturaleza, de la evolución u el progreso, las nuevas y mas ricas concepciones del tiempo y el espacio y la fusión del reduccionismo y el totalismo, con una nueva causalidad, en el marco de esta tercer ola..

La decadencia del sistema de pensamiento de la segunda ola, deja a millones de personas buscando desesperadamente algo a lo que aferrarse; desde el taoísmo, sufismo sueco; curación por la fe o brujería galesa, intentando importar e implantar viejas ideas apropiadas para otros lugares y otros tiempos. Es natural que el derrumbamiento de la estructura mental de la era industrial, su creciente irrelevancia ante las nuevas realidades tecnológicas, sociales y políticas, de lugar a la búsqueda de viejas respuestas y modas que surgen y se consumen extraordinariamente rápido.

En el centro de este supermercado espiritual, esta siendo sembrada una nueva cultura positiva, con nuevas e integradoras percepciones para comprender la realidad.

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