Veronica
Rimuli
Indice

Para
ponerse la camiseta
Uno de los conceptos de última generación dentro de la disciplina
apunta al personal de la compañía y a sus proveedores. La
idea es que todos compartan valores y objetivos, con la seguridad de recibir
parejamente premios y castigos.
Según Philip Kotler uno de los pilares de esta disciplina mucha
gente piensa erróneamente que el marketing se trata sólo
de ventas y promociones cuando, según su definición, "es
un proceso social y administrativo por medio del cual individuos y grupos
obtienen lo que necesitan y desean al crear e intercambiar productos y
valores por otros".
Claro que, más adelante, Kotler se encarga de advertir que la necesidad
es un estado de carencia que experimenta el individuo, y el deseo es esa
necesidad inscripta en un contexto sociocultural que define los objetos
que han de saciarla. Pero los deseos recién se convierten en demanda
cuando están respaldados por el poder adquisitivo. Y el marketing,
que se apoya en el intercambio, está orientado, fundamentalmente,
a vender.
¿Qué es lo que vende, entonces, el marketing interno, y
quiénes son sus destinatarios?
El maestro, en su obra esencial (Fundamentos de marketing) no se extiende
sobre el tema. Apenas apunta que "los públicos internos de
una compañía incluyen a obreros, oficinistas, voluntarios,
gerentes y el directorio". Alude, tangencialmente, a los proveedores
al afirmar que "su desarrollo puede incidir de manera importante
en el marketing; el gerente de esta sección también tiene
que supervisar la disponibilidad de los suministros, ya que la escasez
de materiales, las huelgas de los obreros y otros eventos pueden hacer
disminuir las ventas a corto plazo y, a la larga, minar la buena voluntad
de los clientes".
Quizá la razón de este vacío se explica por el hecho
de que el marketing interno es un concepto de última generación,
inscripto en un paisaje comercial dominado por las empresas tecnológicas
y las grandes organizaciones de retail.
gerente
de Marketing de Hewlett-Packard Argentina. "Define las reglas y también
una pertenencia. Claro que, para mantener esa camiseta, primero hay que
comprarla, comprar la filosofía".
Resulta indispensable, claro, que primero exista una filosofía.
"Esto no es nada obvio", advierte Flaschland, "ya que la
mayor parte de las empresas argentinas se creó a través
de procesos informales, a los ponchazos, basada en idoneidad pura. Eso,
en cuanto a las industrias, especialmente a mitad del siglo XX; y antes
tenemos el modelo de los latifundios, con miles de vacas pastando por
todos lados, nada de tecnificación, y una concepción que
hacía que quien vendía forraje u otros insumos no fuera
tratado siquiera como un proveedor. Desde esas matrices fue prácticamente
imposible que se elaboraran culturas organizacionales".
El hombre de HP reconoce que actualmente quedan pocas empresas estructuradas
en ese molde vertical, con una figura paternal que todo lo sabe y todo
lo decide.
¿Cómo se hace, entonces, marketing interno en estas estructuras
modernas?
"Una vez que se tiene la doctrina, hace falta un grupo de personas,
siete u ocho, que compren realmente ese mensaje", describe Flaschland,
"y son algo así como los pastores que la difunden hasta que
el mecanismo de comunicación empieza a funcionar, retroalimentándose
de modo permanente."

El son latino
Uno de los problemas adicionales que encuentra el responsable de marketing
de HP para la aplicación de estas prácticas es el perfil
latino. "Los estadounidenses se entienden partiendo de un concepto
muy simple, como es trabajar en equipo; pero en la forma de pensar latina,
todo el mundo opina de todo, y eso dificulta la interrelación".
Volviendo a la camiseta, los beneficios que su uso por parte del personal
produce para la empresa son fácilmente imaginables, pero, ¿cuáles
son las ventajas para los que se la ponen? "Una parte fundamental
del marketing interno es ser consecuente con lo que se pregona",
sostiene Flaschland. "Todos tenemos un book en el que los premios
y castigos están muy claros; la persona tiene que saber de qué
forma se lo va a medir y debe compartir esos parámetros de medición,
así como los objetivos e ideales".
"Básicamente se evalúan la actitud, el potencial, la
integración, el cumplimiento de objetivos. Esos objetivos se establecen
previa discusión con quien debe cumplirlos y se miden en porcentajes
de acuerdo con lo alcanzado. Además, éste es un proceso
abierto, en el cual quien no esté de acuerdo con su evaluación
puede planteárselo al superior de su jefe o directamente al presidente
de la compañía, ya que la idea es que si los parámetros
son realmente objetivos nadie tiene por qué ofenderse ni sentirse
desautorizado, y como al fin de cuentas todos somos humanos así
se evita cualquier posibilidad de conducta arbitraria."
Los proveedores constituyen otro target del marketing interno. "Dentro
de las compañías norteamericanas casi no se usa el término
proveedor, se habla de partner, de socio, porque si esa empresa que todos
los meses provee determinados bienes y servicios no entiende y comparte
lo que realmente quiere la compañía y cómo lo quiere,
va a ser prácticamente imposible que se logren mejores resultados",
destaca Flaschland.
"En HP hay políticas muy claras al respecto: no demorar los
pagos, no burocratizar los procesos, hacer que se sienta claramente que
es una relación donde ganan las dos partes. En organizaciones cada
vez más horizontales como la nuestra la tercerización juega
un papel muy importante, y esos proveedores o canales trabajan con uno
día a día; por eso es clave que se nutran de la cultura
HP, que también se pongan la camiseta."
La guerra y la paz
"Decir que los proveedores son nuestros socios no es un verso, es
una realidad perfectamente comprobable: sin proveedores, este negocio
no existe". Contundente, Carlos Paciarotti, gerente de Relaciones
Institucionales de la cadena de supermercados Disco, muestra, al mismo
tiempo, la otra cara de la moneda: "Claro que hoy, sin las cadenas
de supermercados, la industria proveedora tampoco existe, así que
somos socios a la fuerza. Como tales tenemos altos y bajos en nuestras
relaciones a lo largo del año, pero siempre sobre la base del respeto
mutuo. Esto se logró en la década del '90, cuando se estabilizó
la economía del país, y ambos pudimos concentrarnos en nuestro
objetivo principal que es el consumidor."
Cuando se le recuerda que, precisamente durante los últimos años
de la década pasada, globalización y concentración
mediante, el sector fue duramente cuestionado por actitudes abusivas ejercidas
sobre los proveedores, Paciarotti deslinda responsabilidades: "En
nuestro caso, cuando nos sentamos a la mesa de negociación lógicamente
tratamos de conseguir las mejores condiciones, pero nunca abusando de
lo que se da en llamar posición dominante. Es público y
notorio que eso ocurría, y por eso se tuvo que sancionar el código
de buenas prácticas comerciales; y también es público
que, si hubo una empresa que trabajó denodadamente para su sanción,
esa fue Disco. Nos llamó el secretario de la Competencia para informarnos
acerca de esa idea y dijimos: 'adelante, esto sirve'. Fueron cinco meses
de negociaciones (entre la Cámara de Supermercados, la Secretaría
y la Copal), hasta que en julio del 2000 se aprobó ese código,
que no será una panacea, pero sirvió para resolver buena
parte de los problemas".
Paciarotti recuerda que "en la década de los '80, la posición
dominante la tenía la industria: eran épocas de alta inflación,
y para nosotros fue muy duro sobrevivir. Así que sabemos bien de
qué se trata el abuso de la posición dominante. Por suerte
todos nos hemos dado cuenta de que eso no sirve, y de que nos va mejor
siendo socios y haciendo marketing en serio".
El Disco Fierro
Probablemente, uno de los escollos para hacer marketing interno con los
proveedores-socios tiene que ver con el crecimiento de las marcas propias
de los supermercados. "Nosotros iniciamos la movida en el '94 con
nuestra marca Bell's, y reconozco que al principio generó algunas
incomodidades", evoca Paciarotti. "Convocábamos a nuestros
proveedores para ver si ellos estaban en condiciones de fabricar productos
para nuestra marca y se negaban rotundamente, argumentando que eso conspiraba
contra sus marcas. Nosotros les planteábamos que se trataba de
un camino sin retorno, que bastaba echar una ojeada a lo que estaba ocurriendo
en los países desarrollados. Hoy la situación ha cambiado
totalmente, y muchas industrias de primerísimo nivel están
trabajando marcas blancas o propias".
Pero, ¿ser el dueño de la góndola no genera ventajas
evidentes? "Cuando empezamos con el proyecto Bell's nos impusimos
algunos puntos básicos irrenunciables: que fuera una marca premium
(la etiqueta Bell's no se la ponemos a cualquier producto), y que en la
góndola iba a competir sin ningún privilegio (le damos metraje
de frente a la marca de acuerdo con su participación de mercado).
Creo que haber cumplido con esos recaudos nos ha evitado problemas".
En términos de marketing interno, Paciarotti reconoce: "Sin
la colaboración y la iniciativa del personal, una compañía
de este tipo no existe. A partir de este concepto, tenemos una estructura
sumamente plana donde se escucha a todo el mundo, se intercambian ideas
y sugerencias sin fronteras jerárquicas".
"Como dice el gerente general de la empresa, Gustavo Poncini, 'la
esclavitud terminó en el mundo hace mucho tiempo'. Todos los años
hacemos la convención nacional de empleados, a la que concurren
unos 1.500 en representación de todas las áreas y posiciones
de trabajo; durante dos días nos reunimos el máximo nivel
gerencial incluido y se exponen los logros, los planes, lo que se espera
de cada uno. Y, finalmente, se entregan premios a los mejores desempeños,
los Disco Fierro y el Disco Fierro de Oro."
Por Veronica Rimuli


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