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Apuntes/ Laborales

ESTADO Y ACTUALIDAD

 

Autor
Adalberto Tadeo Steinfeld
Dirigente Sindical
steinfeld@intersindical.com

 

Si las historia de la humanidad es una limitada serie de instantes decisivos, no cabe duda de que gran parte de lo que en el futuro podamos ser, dependerá de los hechos que estamos presenciando, viviendo actualmente, conjugando las pequeñas y grandes decisiones que adoptemos.
El país todo, ha sido sacudido por un sinnúmero de medidas tendientes a incertarnos en un mundo que creíamos lejano, pero que la necesidad de los tiempos nos ha obligado a sumir y para el cual, no es humillante reconocer que muchos sectores de las fuerzas creatívas y productivas no estaban preparadas para ello.
No puede desconocerse el riesgo que supone el hecho de no haber tenido un prólogo ni una preparación que adapte previamente el espíritu humano a lo que ha de sobrevenir.
Es necesario para fijar el rol actual del estado, hacer un reconto de su historia, sus componentes, sus objetivos; es decir,
su propia conformación.


Las instituciones argentinas, y en especial las estatales, han sufrido durante muchos años, un gran desvío y deformación de sus funciones, hacia una dirección que sin lugar a dudas no era la mas conveniente para la comunidad, de la cual se responsabilizó siempre a sus cuadros dirigentes.
En varias etapas de la historia nacional, la declaración de un estado de emergencia real, debía comprometer una conducta, donde toda otra consideración de segundo orden pasara a ser suprimida para ir a lo fundamental, que es la salvación de la comunidad toda, fuera de la cual no hay solución para nadie, porque nadie se ha realizado en una comunidad que no se realiza.
La intención sincera que el país salga adelante que generalmente todos confesamos, merece como única conducta un desprendimiento de toda hipocresía y animados por los mismos sentimientos, sanas intenciones y buena fe.
Las comunidades, antiguas o modernas, se destacan y valen no por sus territorios ni cantidad de habitantes, sino por la calidad de los dirigentes políticos, sociales y sindicales que conducen las instituciones que juegan libremente en el sistema democrático, y que hoy, a Dios gracia y al pueblo en su conjunto, mantenemos.
Desde hace muchos años, los dirigentes han sido objeto de una denigración permanente. Ha habido una organización que se ha encargado de llevar a la conciencia de mucha gente, fácil de convencer, que el dirigente es venal, un ladrón, un sinvergüenza y un hombre que miente amar a su patria para salvaguardar los privilegios obtenidos y sacar provecho para sí mismo. Y esto desgraciadamente, se ha hecho cierto en muchas oportunidades, y nosotros mismos, hemos sido muchas veces, los mejores colaboradores de esas patrañas deciéndonos o repitiendo frases hechas, sin contar con fundamentos y aun a sabiendas que no eran ciertas, desconociendo a que interés servían.

Comentaba el General Perón en uno de sus mensajes a ambas cámaras legislativas en 1973, sobre su experiencia personal en la primera reunión de presidentes de América realizada en 1956 en Panamá. A pesar de estar en el exilio, y gracias a la colaboración de muchos amigos, pudo vislumbrar que el objetivo fundamental de dicha reunión, fue expuesto por el presidente norteamericano Eisenhower quién expresara que una guerra internacional entre los países latinoamericanos ya no sería posible en el futuro, pues las fuerzas convencionales: ejército, aeronáutica y marina; habían perdido su razón de ser y debían dedicarse exclusivamente a combatir al único enemigo que tenía el continente, que era el comunismo. Aprobada esa idea, se estableció una reunión de comandantes en jefe de cada país para dos años después en Costa Rica, y entre 1956 y 1958, se invitó a dichos jefes a las habituales visitas protocolares al Pentágono.
Lo importante y llamativo vino después, cuando todos los países latinoamericanos cayeron en manos de dictaduras militares lideradas por esos mismos comandantes en jefe que en muchos casos participaron en cursos de capacitación y perfeccionamiento profesional en el país del norte.
Y lo mas curioso de todo ello, es que con esa acción donde indudablemente ha habido cuestiones inconfesables, arreció de una manera tremenda el ataque contra los dirigentes políticos de toda América. Los diarios, las revistas y desgraciadamente entre los propios dirigentes políticos, se sacaron el cuero mutuamente contribuyendo en favor de una causa que realmente era una infamia. Por eso la necesidad de reaccionar para no servir a los intereses hábilmente tramados que van tras finalidades que no condicen exactamente con nuestros propios interés, es decir una dependencia tras la cual, ningún país podrá desarrollarse y realizar sus propio destino.

Ya lo pregonaba Perón, quien reconociendo la grandeza y misericordia de Dios, aconsejaba a darnos cuenta que formamos parte de un continente cuyo destino es envidiable, y que los super desarrollados, los cuales se están quedando sin las riquezas naturales, pensarán indudablemente en nosotros que seremos los ricos del porvenir. Es decir, los que han destruido ecológicamente sus zonas de supervivencia, echan sus ojos a las zonas donde todavía existen grandes reservas, no por previsores, sin por no haber tenido la oportunidad de hacerlo.
Por eso la necesidad de un continente latinoamericano unido, solidario y organizado para defenderse, porque si no, nos lo van a quitar todo, dividiéndonos, con falsas organizaciones ecologistas que irán adquiriendo parte de nuestros propios territorios con la mentira de la protección, a través de guerras creadas o con planes económicos que condicionen nuestro desarrollo y dependencia de tal manera que la forma de apoderarse de lo nuestro sea simplemente hasta por teléfono.

Y como lo preveía, a fines de este siglo, quizás comience una organización universalista que reemplace al continentalismo. En esa organización se llegara a establecer un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones vigiladas por los demás y obligado a cumplirlas aunque no quiera, porque es la única manera en que la humanidad puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblación y la destrucción ecológica del mundo. Por eso es necesario que nosotros intervengamos en la organización de ese internacionalismo, porque como es lógico pensar, si los imperialismos imponen el ritmo a dicha organización sin duda lo harán en su provecho y beneficio sin tener en cuenta los intereses de los países mas chicos o mas débiles, como es el caso del nuestro.
Dirigido a ese objetivo, el país debe insertarse de cualquier manera en los asuntos que la controversia internacional exige, de ello somos conscientes y aceptamos el desafío.
Seria lógico y aconsejable una planificación razonable de cada uno de los actores sociales basado en estudios previos, bases, planes etc., que asimilen el interés de cada uno de los sectores en concordancia con el interés común, que sin lugar a dudas debe ser el interés Nacional.

Pero dado que los tiempos fijan el ritmo, en la actualidad simultáneamente debe organizarse, hacerse la planificación a las nuevas realidades y llevarlas a cabo, lo cual, en muchas oportunidades conlleva un sinnúmero de situaciones conflictivas o en su defecto, el aprovechamiento de un sector o círculo con mayor preparación y/o reservas, por sobre los intereses de otros mas debilitados o con menores recursos de cualquier tipo.
Los problemas sustantivos del hombre no han sido resueltos en el tiempo, tal vez porque existe un problema y una verdad demostrable para cada generación.
Debemos ser sinceros al preguntarnos si al sobrevenir de estas radicales modificaciones de la vida moderna, producirán las oportunas orientaciones llamadas a equilibrar al hombre conmovido por la violenta transición al espíritu colectivo.
Y es allí, donde el Estado debe velar para evitar que las pasiones, defectos y virtudes de los hombres que conducen sus instituciones, en defensa de propios y legítimos intereses transfieran al conjunto de la sociedad y en especial a los sectores más debilitados, la iniquidad o la injusticia.

Y para evitar cualquier tipo de desviación o interferencia mal intencionada, es necesario que la organización estatal y cada uno de sus hombres sea consciente de los objetivos y fines perseguidos y ello se llama doctrina. Ella será la encargada de coordinar y juntar las buenas intenciones, en pos de un solo objetivo que es prioritario para todos.
Esa doctrina de interés Nacional podrá ser discutida, perfeccionada y mejorada pero a rajatabla aplicada, porque en definitiva, representa el alma y el pensamiento de un pueblo.
Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades, la persecución infatigable de las razones últimas, hayan convertido a una ciencia abstracta y docente en un virtuosismo técnico con el consiguiente distanciamiento de las perspectivas en que el hombre común suele desenvolverse.
Los problemas sustantivos del hombre no han sido resueltos en el tiempo, tal vez porque existe un problema y una verdad demostrable para cada generación.
Los griegos de Sócrates se formulaban grandes preguntas: el ser, el principio, la virtud, la belleza, la finalidad y formularon sus tablas de moral y principios de ética. No fue lícito dar tales problemas por juzgados y extraviar al hombre actual en nuevas verdades superficiales o con simples sofismas. El hombre actual esta tan necesitado de una explicación como aquellos, a pesar de haber sido persuadido de la conveniencia de saltar de un idealismo riguroso a un materialismo utilitario; de la fe a la opinión, de la obediencia a la incondición. Debemos ser sinceros al preguntarnos si al sobrevenir las radicales modificaciones de la vida moderna, se produjeron las oportunas orientaciones llamadas a equilibrar al hombre conmovido por la violenta transición al espíritu colectivo.

Si el pensamiento humano, considerado, como tesoro de conceptos, se mira a través del ritmo vertiginoso y febril de la vida actual, puede que aparezca como un campo desolado, escenario de patéticas batallas. Es posible también que muchas tradiciones caídas no sean adaptables al signo de la presente evolución y que otras hayan perdido incluso su objeto.
Es loable pensar, que en el fragor de una terrible crisis, se pierda todo contacto con la continuidad intelectual del pasado. Pero también es cierto que el estudio de los movimientos históricos nos demuestran que con los restos del naufragio, el pensamiento humano elaboró, a la luz de la fe, una nueva mística, con un nuevo contenido.
Podríamos decir de algunos, que les preocupa mas las apariencias que las verdades; lo inmediato y personal a la visión de lo último y lo general.
La marcha fatigosa y rápida de la evolución social, como la económica, han trastornado paisajes fundamentales de la conciencia.
No es frecuente hallar hoy, seres que posean una perspectiva completa de su jerarquía. La conquista de derechos colectivos produjo un resultado ciertamente inesperado: no ha mejorado en el hombre la persuasión de su propio valer. Es justo reconocer mucho de culpa en nuestras instituciones que no han sabido aplicar una oportuna pedagogía.
Para superar la crisis actual, será función indeclinable de
las instituciones, acompasar la expectativas del hombre, y en la síntesis de su verdad, llevar al campo visible formas y objetos antes inadvertidos y por sobre todo, relaciones directas entre el hombre con sus principios, su fines, sus semejantes y con sus realidades mediatas e inmediatas.

La humanidad tuvo como primera preocupación la teológica. El conocimiento precisaba luz con que enfocar los objetos o un espacio donde situarlos. La cultura condujo a distinguir con mayor claridad las relaciones existentes entre lo sobrenatural y el conocimiento, pero en definitiva consustanciar el alma humana como vocación de explicaciones últimas o encuadradas en un orden superior. Así, las comunidades mas avanzadas llegaron a humanizar en una mitología su presentimiento, mientras las mas atrasadas, necesitadas por igual de una explicación, adoraron al Ser Supremo en las cosas y en los objetos inanimados.
Fue así como desde el nacimiento del pensamiento humano, las distintas corrientes filosóficas de la humanidad incluyendo las fragmentaciones entre la alta especulación científica y otra de matices mas prácticos y directos, los cambios de dirección, la sustitución del culto de Dios por el culto de la humanidad, no han podido producir por si solas resultados positivos en la organización de la vida común. No podemos deducir hoy, de ella, el clima de una nueva Etica y mucho menos de una nueva Moral.
Hoy vislumbramos una revolución total, pero tal vez mal acompañada por una visión de las perspectivas de fondo. Los viejos ideales comienzan a esfumarse por los razonamientos intelectuales y con ello insensible y progresivamente también, la medida del hombre, la que este poseía de su situación, como reflejo de fuerzas superiores. El progreso se acentúa en la técnica y en los movimientos sociales pero no puede decirse que vigorice por si solo la intimidad del hombre.
Hoy el hombre, la sociedad o el Estado, se ven obligados a inventar de pronto, una nueva escala de valores en el apogeo de un periodo de ambiciones materiales.
Pero desde una esfera rectora, al considerar la posibilidad de proveer a los pueblos de buenas condiciones materiales de vida, es una necesidad apremiante que el hombre que ha de ser dignificado y puesto en camino de obtener su bienestar, debe ser ante todo calificado y reconocido en sus esencias. Debe ser comprendido en su personalidad y en el medio circundante que define sus relaciones, y sus obligaciones publicas y privadas.

La virtud cristiana, contempla al mundo práctico, lleno de tentaciones y dificultades. Para Sócrates, virtuoso era el obrero sabedor que el trabajo jamas deshonra, frente al ocioso y al politiquero. Platón nos dice que no hay virtud especifica sino un ideal del hombre, que no es acaso más que una disposición para resolver ecuaciones vitales con arreglo de una estimativa ética.
EL bien y el mal obran sobre el hombre como sobre la sociedad. La duda y la soberbia son los extremos máximos de oscilación de lo individual a lo colectivo.
El hombre en la desgracia tiende a la introversión como la prepotencia a la extroversión. Por eso, es justo reafirmar que incumbe a la política y a quienes sean considerados cerebros de primera fila, ganar derechos, justicia y elevar los niveles de la existencia creando un clima de virtud humana para compensar, junto a lo conquistado, lo debido y así llevar a la humanidad a una edad mejor.
No ha de ser solo el heroísmo, sino un estilo de vida que nos permite decir que un hombre ha cumplido virilmente los imperativos personales y públicos, que dio quien estaba obligado a dar y pudo hacerlo, que cumplió quien estaba obligado a cumplir. Esa virtud no ciega los caminos de la lucha, no obstaculiza el avance del progreso, no condena las sagradas rebeldías, pero opone un muro infranqueable al desorden, del que pretenden aprovecharse los oportunistas de siempre.
Necesariamente ha sido larga la época de la revolución social del país, y no puede considerársela realizada, cuando hoy vemos en dura sobreexistencia a la dignidad humana. Solamente en los principios cristianos que la gran mayoría confesamos, puede trasladarse a lo colectivo lo que se desea en lo intimo, obrando en todo momento como si las máximas de conducta individual debieran convertirse en leyes generales.

La humanidad ha conocido entre épocas de odio, otras de vivir con los brazos abiertos a todas las posibilidades de la naturaleza humana. Y bajo ese imperio místico, se vislumbran mundos nuevos, se educan nacientes nacionalidades, se destruyen barreras, aunque es llamativo ver que dichos resultados se han dado ante la presencia de un enemigo común y de un modo poco duradero.
Algo falla en la naturaleza humana cuando es posible concebir el estado del hombre contra el hombre; todos contra todos, donde pueda asimilarse la hombría con proezas de ave rapaz. Y es así como la esperanza se desvanece con el frío esplendor del razonamiento, que no tarda en relacionarla con el materialismo.

Como peronista, no aceptamos los principios de Marx, cuando nos dice que de las relaciones económicas depende la estructura social y su división en clases y de su lucha se basa la historia de la humanidad. Es real que sea difícil la existencia de la virtud y la dignidad humana donde se proclame un estado de necesidad. Al pensamiento le toca entender que existe diferencia de intereses y de necesidades, persuadiendo a ceder a quienes pueden hacerlo, estimulando el progreso de los rezagados.
Pero esa operación en la que la sociedad lleva ocupada mas de un siglo, no necesita del ronco o de la amenaza, y mucho menos de la sangre. Solo el trabajo cotidiano, y el amor al prójimo pueden achicar los tiempos, y la vida de relación y el diálogo aparecen como medida ideal para la honestidad con que cada hombre debe aceptar su propio papel, con la corrección del egoísmo y la modificación de la cerrada sobreestimación de los intereses propios.
De ese sentido ante la vida, que en parte muy importante procederá de la educación recibida y del clima imperante en la comunidad, depende la suerte de la comunidad misma.
Hay hombres con sentido ético y otros sin el, políticas civilizadas o salvaje proyección de progreso. La diferencia para extraer provechosos resultados de ambos para una victoria social, corresponde a la dosis de ética poseída. Tales dosis hacen gloriosos los triunfos y soportables los fracasos, atenúan las calamidades o prestan fuerzas de reserva.

El progreso esta en absoluta relación de dependencia con el grado ético alcanzado, establece la moral de las leyes y puede interpretarlas sabiamente. Para la vida publica esto significa el orden, la acción y el uso feliz de la libertad.
Cuando la felicidad es el objetivo máximo, y finalidad del afán general, se hace visible que unos han hallado los medios y recursos para procurárselas y otros no lo han poseído nunca.
Hoy vemos a muchos que tratan de retener indefinidamente y hasta ampliar esa condición privilegiada. Combatir el egoísmo debe ser una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias y sustituirlas por una amplia y generosa visión ética. Difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar sino por la difusión de ese disfrute, pero abriendo las posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad.
Todo individuo se hace interesante en función de su libre participación en el movimiento social. Y libre no es un obrar según la propia gana sino una elección entre varias posibilidades profundamente conocidas.
Y el contenido a la libertad, como autodeterminación popular, sobreviene cuando el ideal de la humanidad empieza a abrirse paso, cuando la crisis de los hechos produce la revolución de las ideas, advirtiendo que antiguos enunciados no ensamblan de un modo perfecto con el signo de la evolución.
La colaboración social y la dignificación de la humanidad, constituyen hechos inexorables que reverdecen la esperanza de fraternidad humana.
La humanidad necesita fe en sus destinos y acción en busca de ellos, y posee la clarividencia suficiente para entrever que el transito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente como exterminio de las individualidades, sino como una reafirmasión de estas en función colectiva.

Nuestro país atraviesa hoy, y no podemos más que aceptar, desde los que se encuentran en la oposición más férrea hasta los que confesamos un peronismo ortodoxo, uno de los momentos más trascendentales y críticos desde el período de reinstalación de su sistema democrático. Tal vez comparado al momento crucial de su organización en el pasado histórico.
La ciudadanía se ha expresado en las urnas, en reiteradas oportunidades, a favor de las transformación encarada y que, como primer y triunfal resultado, nos ha permitido lograr una estabilidad varias veces anhelada y a ese mandato no podemos nos debemos.
No podemos desconocer que la dependencia económica de la globalización, para nada disimulada desde las esferas gubernamentales, presuponía una esperanza de transformación donde la esperanza en la "Revolución Productiva", la reinstalación de la "Cultura del Trabajo" y "El Salariazo" despertaba en todos la adhesión más profunda.
Pero seríamos necios si negáramos que también nos ha traído males para los cuales no nos hallábamos preparados o suponíamos tan tenaz y perversos, como la alta taza de desocupación, la desindustrialización del capital nacional, la pauperización de las economías regionales, la desesperanza de los estamentos más humildes de la sociedad que ven alejarse los ideales de alcanzar su ubicación genuina en una sociedad desarrollada, y la marginación de muchos trabajadores al impedírseles el ejercicio de un derecho tan fundamental como es el del trabajo, cuna de toda esperanza personal, educacional y de desarrollo para sí, para sus descendientes y para las futuras generaciones.

El sindicalismo argentino, no ha podido o no ha sabido extraerse del mal de una sociedad egoísta e individualista que con la complicidad, consiente o inconsciente de los comunicadores sociales, ha impuesto pautas ajenas a nuestro sentir cristiano, solidario y humanista.
Hemos acompañado silenciosos el mandato supremo de los resultados eleccionarios, a pesar de no estar muchas veces en pleno acuerdo o advertido inútilmente sobre los riesgos que ello suponía.
No podemos desconocer que a sabiendas que las leyes y decretos no son por si solos generadores de fuentes de trabajo, apoyamos la primer flexibilidad instaurada por la Ley de Empleo y su modalidades promovidas, para facilitar al capital productivo la ocupación de jóvenes en busca de su primer trabajo, desocupados, lanzamientos de nuevas actividades, práctica formación para menores de 24 años, sectores, con amenazas entonces, de marginación de la sociedad. A ellas se sumaron con posterioridad un sin número de modalidades especiales para mujeres, mayores de 40 años, pequeñas y medianas empresas, mayores de 55 años, héroes de Malvinas, pasantías, período de prueba y varios programas de empleo adoptados desde la propia esfera estatal. De ello, hoy solo rescatamos la precarización de los contratos de trabajo y la inseguridad del futuro laboral de la gran mayoría de nuestros representados.
A regañadientes acompañamos la estatización de las cajas de subsidios familiares, a pesar de haber sido un símbolo y ejemplo de cogestión obrero - empresario desde su nacimiento a través del Convenio Colectivo de Trabajo 108 del Gremio Mercantil halla por 1956, para luego extenderse a favor de todos los trabajadores del país. Mientras hoy observamos que no solo ha servido para que usufructúen sus beneficios sectores para nada necesitados por el solo hecho de pertenecer al clientelismo político de dirigentes pertenecientes a todos los sectores de la vida nacional, desnaturalizando su sentido.
No creímos pero acompañamos la privatización de las Cajas de Jubilaciones con la creación de las A.F.J.P. y un mercado de capitales que nos permitiría una independencia del capital golondrina, a favor de las empresas establecidas. A pesar de denunciar el vaciamiento de las cajas y el riesgo en que poníamos a los compañeros jubilados, o próximos a ello, de no poder brindarles el justo y merecido haber jubilatorio que les permita gozar, su último período de vida, con el reconocimiento a sus esfuerzos personales en proporción a la integración de los fondos que gobiernos, de todo tinte político, no habían sabido resguardar. Hoy, no solo vemos plasmados en la realidad nuestros temores, sino además, nos carcome la incertidumbre sobre el futuro de quienes ven reducir en un 30 % sus aportes mensuales por pago de comisiones y gastos administrativos en manos de un sector privado, insensible a las necesidades individuales y donde, la orientación de sus inversiones, para nada ayuda a sectores productivos que el País necesita desarrollar.
De hecho silenciamos nuestra protesta masiva, aunque fueron vanos los esfuerzos individuales para advertir la penetración de productos extranjeros, muchas veces protegidos por sus países de origen, a pesar de un tenue acompañamiento de los propios sectores patronales.

Porque también la responsabilidad empresaria no puede disimularse ni puede ser intención desconocerla.
Son ellos los que fomentaron reglas de juego para facilitar la concentración económica en pocas manos.
Son ellos los que no supieron subirse al vagón de la modernización de sus industrias y adecuar sus costos, reduciendo sus propias ganancias, mejorando la producción, en una situación de estabilidad que les era favorable.
A ellos les corresponde la responsabilidad de agilizar sus ingenios para fomentar las exportaciones y ganar nuevos mercados que la globalización les permite.
Es el propio empresariado argentino quien ha fomentado la perdida de conquistas laborales que hacen a la esencia nacional y familiar que hasta ahora manteníamos, imitando y persiguiendo a los trabajadores sindicalizados que pretendan oponérseles.
Ya hoy en el país no podemos hablar de un descanso dominical que permita la integración y goce familiar, célula primordial de toda sociedad cristiana. La apertura de los grandes supermercados y shoping fomentando el "paseo de compras" lleva a los empleados de comercio, sin ningún beneficio extra, a la dependencia de sus puestos de trabajo que para nada les permite ejercer ese derecho instaurado desde décadas señeras por nuestra legislación del trabajo.
La desarticulación de los entes estatales de verificación del cumplimiento laboral, llámese Ministerio de Trabajo de la Nación o Subsecretaría Provincial del Trabajo, sumada a la decisión política de no contralor, ponen en inferioridad de condiciones a quienes defienden sus derechos.
Si a ello le sumamos una Justicia Laboral en vías de extinción, burocrática y lerda, sumerge en una situación de indefensión de abusos y atropellos a un sector de la sociedad, que por imperio de nuestra Constitución Nacional, en su artículo 14 bis debería protegerse.
No podemos seguir haciendo tirar del carro a los de menores recursos, recargando en los trabajadores todo el peso de la ineficiencia empresaria o de los errores de las recetas economisistas impuestas por las tristemente conocidas entidades financieras internacionales.
No es justo que al sector del trabajo, se le pague con mayor flexibilización, cuando ha quedado demostrado que ella es solo generadora de precariedad e inestabilidad productiva.

Es a la clase dirigente a quien le corresponde la responsabilidad de llevar adelante soluciones concretas para quienes han confiado en la conducción de un Estado, que día a día vemos alejarse de sus responsabilidades primarias y fundamentales.
Es cierto que no podemos ir a contramano del mundo, del cual hoy sería casi imposible prescindir. Pero no solo en lo económico debemos buscar nuestra propia independencia sino además, salvaguardar valores que, sin ningún tipo de duda, ha sido puesto de manifiesto en las últimas protestas populares, por una sociedad que en su gran mayoría, está dispuesta a mantener.
De nada sirven los lamentos por los fracasos que no hemos sabido contener, ya sea por nuestro silencio, nuestra falta de propuestas alternativas o por la inconsistencia o falta de representatividad política que no se supo ganar en las urnas.
Es a quienes tenemos responsabilidades de mayor peso, a quienes nos corresponde aunar voluntades y canalizar las sanas inquietudes, con humildad y sentido de bien.
Por eso, como humilde aporte para sobrellevar tan pesada responsabilidad, considero necesario promover desde el propio municipio y en cada sector que nos permita la actividad, la generación de debates abiertos sobre medidas concretas que nos permita salir airosos, a la sociedad toda, del trance actual.

A ese fin propongo :
1.- Emergencia ocupacional en cada distrito, por tiempo limitado, con planes de fomento de empleo exclusivamente para empresas que comprometan ampliación de sus plantas laborales actuales.
2.- Eliminación de horas extras habituales y limitación de las auténticamente extraordinarias.
3.- Reducción de la jornada de labor a 36 hs. semanales permitiendo la creación de puestos de labor y la incorporación de nuevos trabajadores al mercado laboral.
4.- Cierre uniforme de comercios, con prohibición del trabajo en días domingos, en especial hiper y/o supermercados y producciones no continuas.
5.- Período de gracia y/o reducción de tazas y gravámenes para nuevos emprendimientos, en especial para micro empresas o empresas familiares.
6.- Eliminación del costo emergente de Libreta Sanitaria en establecimientos, donde, en cumplimiento de la legislación laboral vigente, se satisfaga con el examen pre ocupacional y periódico.
7.- Obtención de recursos financieros que permitan, desde los propios establecimientos educacionales estatales y sociedades intermedias no gubernamentales, la creación de cursos de capacitación laboral y/o profesional, acordes a las necesidades productivas de cada jurisdicción.
8.- Creación en el propio municipio, de un cuerpo de Inspectores Laborales que permita la constatación de cumplimiento de la legislación vigente.
9.- Implementación de un régimen de promoción impositivo que desaliente el despido y la eliminación de puestos de trabajo existentes.
10.- Creación de un área Municipal que permita el estudio y desarrollo de planes de reconversión y transformación productiva de empresas de la zona. Ambito de discusión y concertación de los componentes sociales ante crisis de empresas. Centro de estudio y consulta sobre mercados, técnicas y producción para microemprendimientos.

 

 

 

 

 

 

 

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