Autor
Adalberto Tadeo Steinfeld
Dirigente Sindical
steinfeld@intersindical.com
Si las historia de la humanidad es una limitada serie de instantes
decisivos, no cabe duda de que gran parte de lo que en el futuro
podamos ser, dependerá de los hechos que estamos presenciando,
viviendo actualmente, conjugando las pequeñas y grandes decisiones
que adoptemos.
El país todo, ha sido sacudido por un sinnúmero de
medidas tendientes a incertarnos en un mundo que creíamos
lejano, pero que la necesidad de los tiempos nos ha obligado a sumir
y para el cual, no es humillante reconocer que muchos sectores de
las fuerzas creatívas y productivas no estaban preparadas
para ello.
No puede desconocerse el riesgo que supone el hecho de no haber
tenido un prólogo ni una preparación que adapte previamente
el espíritu humano a lo que ha de sobrevenir.
Es necesario para fijar el rol actual del estado, hacer un reconto
de su historia, sus componentes, sus objetivos; es decir,
su propia conformación.
Las instituciones argentinas, y en especial las estatales, han
sufrido durante muchos años, un gran desvío y deformación
de sus funciones, hacia una dirección que sin lugar a dudas
no era la mas conveniente para la comunidad, de la cual se responsabilizó
siempre a sus cuadros dirigentes.
En varias etapas de la historia nacional, la declaración
de un estado de emergencia real, debía comprometer una
conducta, donde toda otra consideración de segundo orden
pasara a ser suprimida para ir a lo fundamental, que es la salvación
de la comunidad toda, fuera de la cual no hay solución
para nadie, porque nadie se ha realizado en una comunidad que
no se realiza.
La intención sincera que el país salga adelante
que generalmente todos confesamos, merece como única conducta
un desprendimiento de toda hipocresía y animados por los
mismos sentimientos, sanas intenciones y buena fe.
Las comunidades, antiguas o modernas, se destacan y valen no por
sus territorios ni cantidad de habitantes, sino por la calidad
de los dirigentes políticos, sociales y sindicales que
conducen las instituciones que juegan libremente en el sistema
democrático, y que hoy, a Dios gracia y al pueblo en su
conjunto, mantenemos.
Desde hace muchos años, los dirigentes han sido objeto
de una denigración permanente. Ha habido una organización
que se ha encargado de llevar a la conciencia de mucha gente,
fácil de convencer, que el dirigente es venal, un ladrón,
un sinvergüenza y un hombre que miente amar a su patria para
salvaguardar los privilegios obtenidos y sacar provecho para sí
mismo. Y esto desgraciadamente, se ha hecho cierto en muchas oportunidades,
y nosotros mismos, hemos sido muchas veces, los mejores colaboradores
de esas patrañas deciéndonos o repitiendo frases
hechas, sin contar con fundamentos y aun a sabiendas que no eran
ciertas, desconociendo a que interés servían.
Comentaba el General Perón en uno de sus mensajes a ambas
cámaras legislativas en 1973, sobre su experiencia personal
en la primera reunión de presidentes de América
realizada en 1956 en Panamá. A pesar de estar en el exilio,
y gracias a la colaboración de muchos amigos, pudo vislumbrar
que el objetivo fundamental de dicha reunión, fue expuesto
por el presidente norteamericano Eisenhower quién expresara
que una guerra internacional entre los países latinoamericanos
ya no sería posible en el futuro, pues las fuerzas convencionales:
ejército, aeronáutica y marina; habían perdido
su razón de ser y debían dedicarse exclusivamente
a combatir al único enemigo que tenía el continente,
que era el comunismo. Aprobada esa idea, se estableció
una reunión de comandantes en jefe de cada país
para dos años después en Costa Rica, y entre 1956
y 1958, se invitó a dichos jefes a las habituales visitas
protocolares al Pentágono.
Lo importante y llamativo vino después, cuando todos los
países latinoamericanos cayeron en manos de dictaduras
militares lideradas por esos mismos comandantes en jefe que en
muchos casos participaron en cursos de capacitación y perfeccionamiento
profesional en el país del norte.
Y lo mas curioso de todo ello, es que con esa acción donde
indudablemente ha habido cuestiones inconfesables, arreció
de una manera tremenda el ataque contra los dirigentes políticos
de toda América. Los diarios, las revistas y desgraciadamente
entre los propios dirigentes políticos, se sacaron el cuero
mutuamente contribuyendo en favor de una causa que realmente era
una infamia. Por eso la necesidad de reaccionar para no servir
a los intereses hábilmente tramados que van tras finalidades
que no condicen exactamente con nuestros propios interés,
es decir una dependencia tras la cual, ningún país
podrá desarrollarse y realizar sus propio destino.
Ya lo pregonaba Perón, quien reconociendo la grandeza y
misericordia de Dios, aconsejaba a darnos cuenta que formamos
parte de un continente cuyo destino es envidiable, y que los super
desarrollados, los cuales se están quedando sin las riquezas
naturales, pensarán indudablemente en nosotros que seremos
los ricos del porvenir. Es decir, los que han destruido ecológicamente
sus zonas de supervivencia, echan sus ojos a las zonas donde todavía
existen grandes reservas, no por previsores, sin por no haber
tenido la oportunidad de hacerlo.
Por eso la necesidad de un continente latinoamericano unido, solidario
y organizado para defenderse, porque si no, nos lo van a quitar
todo, dividiéndonos, con falsas organizaciones ecologistas
que irán adquiriendo parte de nuestros propios territorios
con la mentira de la protección, a través de guerras
creadas o con planes económicos que condicionen nuestro
desarrollo y dependencia de tal manera que la forma de apoderarse
de lo nuestro sea simplemente hasta por teléfono.
Y como lo preveía, a fines de este siglo, quizás
comience una organización universalista que reemplace al
continentalismo. En esa organización se llegara a establecer
un sistema en que cada país tendrá sus obligaciones
vigiladas por los demás y obligado a cumplirlas aunque
no quiera, porque es la única manera en que la humanidad
puede salvar su destino frente a la amenaza de la superpoblación
y la destrucción ecológica del mundo. Por eso es
necesario que nosotros intervengamos en la organización
de ese internacionalismo, porque como es lógico pensar,
si los imperialismos imponen el ritmo a dicha organización
sin duda lo harán en su provecho y beneficio sin tener
en cuenta los intereses de los países mas chicos o mas
débiles, como es el caso del nuestro.
Dirigido a ese objetivo, el país debe insertarse de cualquier
manera en los asuntos que la controversia internacional exige,
de ello somos conscientes y aceptamos el desafío.
Seria lógico y aconsejable una planificación razonable
de cada uno de los actores sociales basado en estudios previos,
bases, planes etc., que asimilen el interés de cada uno
de los sectores en concordancia con el interés común,
que sin lugar a dudas debe ser el interés Nacional.
Pero dado que los tiempos fijan el ritmo, en la actualidad simultáneamente
debe organizarse, hacerse la planificación a las nuevas
realidades y llevarlas a cabo, lo cual, en muchas oportunidades
conlleva un sinnúmero de situaciones conflictivas o en
su defecto, el aprovechamiento de un sector o círculo con
mayor preparación y/o reservas, por sobre los intereses
de otros mas debilitados o con menores recursos de cualquier tipo.
Los problemas sustantivos del hombre no han sido resueltos en
el tiempo, tal vez porque existe un problema y una verdad demostrable
para cada generación.
Debemos ser sinceros al preguntarnos si al sobrevenir de estas
radicales modificaciones de la vida moderna, producirán
las oportunas orientaciones llamadas a equilibrar al hombre conmovido
por la violenta transición al espíritu colectivo.
Y es allí, donde el Estado debe velar para evitar que las
pasiones, defectos y virtudes de los hombres que conducen sus
instituciones, en defensa de propios y legítimos intereses
transfieran al conjunto de la sociedad y en especial a los sectores
más debilitados, la iniquidad o la injusticia.
Y para evitar cualquier tipo de desviación o interferencia
mal intencionada, es necesario que la organización estatal
y cada uno de sus hombres sea consciente de los objetivos y fines
perseguidos y ello se llama doctrina. Ella será la encargada
de coordinar y juntar las buenas intenciones, en pos de un solo
objetivo que es prioritario para todos.
Esa doctrina de interés Nacional podrá ser discutida,
perfeccionada y mejorada pero a rajatabla aplicada, porque en
definitiva, representa el alma y el pensamiento de un pueblo.
Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en
los últimos tiempos contacto directo con las realidades
de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo
de las grandes verdades, la persecución infatigable de
las razones últimas, hayan convertido a una ciencia abstracta
y docente en un virtuosismo técnico con el consiguiente
distanciamiento de las perspectivas en que el hombre común
suele desenvolverse.
Los problemas sustantivos del hombre no han sido resueltos en
el tiempo, tal vez porque existe un problema y una verdad demostrable
para cada generación.
Los griegos de Sócrates se formulaban grandes preguntas:
el ser, el principio, la virtud, la belleza, la finalidad y formularon
sus tablas de moral y principios de ética. No fue lícito
dar tales problemas por juzgados y extraviar al hombre actual
en nuevas verdades superficiales o con simples sofismas. El hombre
actual esta tan necesitado de una explicación como aquellos,
a pesar de haber sido persuadido de la conveniencia de saltar
de un idealismo riguroso a un materialismo utilitario; de la fe
a la opinión, de la obediencia a la incondición.
Debemos ser sinceros al preguntarnos si al sobrevenir las radicales
modificaciones de la vida moderna, se produjeron las oportunas
orientaciones llamadas a equilibrar al hombre conmovido por la
violenta transición al espíritu colectivo.
Si el pensamiento humano, considerado, como tesoro de conceptos,
se mira a través del ritmo vertiginoso y febril de la vida
actual, puede que aparezca como un campo desolado, escenario de
patéticas batallas. Es posible también que muchas
tradiciones caídas no sean adaptables al signo de la presente
evolución y que otras hayan perdido incluso su objeto.
Es loable pensar, que en el fragor de una terrible crisis, se
pierda todo contacto con la continuidad intelectual del pasado.
Pero también es cierto que el estudio de los movimientos
históricos nos demuestran que con los restos del naufragio,
el pensamiento humano elaboró, a la luz de la fe, una nueva
mística, con un nuevo contenido.
Podríamos decir de algunos, que les preocupa mas las apariencias
que las verdades; lo inmediato y personal a la visión de
lo último y lo general.
La marcha fatigosa y rápida de la evolución social,
como la económica, han trastornado paisajes fundamentales
de la conciencia.
No es frecuente hallar hoy, seres que posean una perspectiva completa
de su jerarquía. La conquista de derechos colectivos produjo
un resultado ciertamente inesperado: no ha mejorado en el hombre
la persuasión de su propio valer. Es justo reconocer mucho
de culpa en nuestras instituciones que no han sabido aplicar una
oportuna pedagogía.
Para superar la crisis actual, será función indeclinable
de
las instituciones, acompasar la expectativas del hombre, y en
la síntesis de su verdad, llevar al campo visible formas
y objetos antes inadvertidos y por sobre todo, relaciones directas
entre el hombre con sus principios, su fines, sus semejantes y
con sus realidades mediatas e inmediatas.
La humanidad tuvo como primera preocupación la teológica.
El conocimiento precisaba luz con que enfocar los objetos o un
espacio donde situarlos. La cultura condujo a distinguir con mayor
claridad las relaciones existentes entre lo sobrenatural y el
conocimiento, pero en definitiva consustanciar el alma humana
como vocación de explicaciones últimas o encuadradas
en un orden superior. Así, las comunidades mas avanzadas
llegaron a humanizar en una mitología su presentimiento,
mientras las mas atrasadas, necesitadas por igual de una explicación,
adoraron al Ser Supremo en las cosas y en los objetos inanimados.
Fue así como desde el nacimiento del pensamiento humano,
las distintas corrientes filosóficas de la humanidad incluyendo
las fragmentaciones entre la alta especulación científica
y otra de matices mas prácticos y directos, los cambios
de dirección, la sustitución del culto de Dios por
el culto de la humanidad, no han podido producir por si solas
resultados positivos en la organización de la vida común.
No podemos deducir hoy, de ella, el clima de una nueva Etica y
mucho menos de una nueva Moral.
Hoy vislumbramos una revolución total, pero tal vez mal
acompañada por una visión de las perspectivas de
fondo. Los viejos ideales comienzan a esfumarse por los razonamientos
intelectuales y con ello insensible y progresivamente también,
la medida del hombre, la que este poseía de su situación,
como reflejo de fuerzas superiores. El progreso se acentúa
en la técnica y en los movimientos sociales pero no puede
decirse que vigorice por si solo la intimidad del hombre.
Hoy el hombre, la sociedad o el Estado, se ven obligados a inventar
de pronto, una nueva escala de valores en el apogeo de un periodo
de ambiciones materiales.
Pero desde una esfera rectora, al considerar la posibilidad de
proveer a los pueblos de buenas condiciones materiales de vida,
es una necesidad apremiante que el hombre que ha de ser dignificado
y puesto en camino de obtener su bienestar, debe ser ante todo
calificado y reconocido en sus esencias. Debe ser comprendido
en su personalidad y en el medio circundante que define sus relaciones,
y sus obligaciones publicas y privadas.
La virtud cristiana, contempla al mundo práctico, lleno
de tentaciones y dificultades. Para Sócrates, virtuoso
era el obrero sabedor que el trabajo jamas deshonra, frente al
ocioso y al politiquero. Platón nos dice que no hay virtud
especifica sino un ideal del hombre, que no es acaso más
que una disposición para resolver ecuaciones vitales con
arreglo de una estimativa ética.
EL bien y el mal obran sobre el hombre como sobre la sociedad.
La duda y la soberbia son los extremos máximos de oscilación
de lo individual a lo colectivo.
El hombre en la desgracia tiende a la introversión como
la prepotencia a la extroversión. Por eso, es justo reafirmar
que incumbe a la política y a quienes sean considerados
cerebros de primera fila, ganar derechos, justicia y elevar los
niveles de la existencia creando un clima de virtud humana para
compensar, junto a lo conquistado, lo debido y así llevar
a la humanidad a una edad mejor.
No ha de ser solo el heroísmo, sino un estilo de vida que
nos permite decir que un hombre ha cumplido virilmente los imperativos
personales y públicos, que dio quien estaba obligado a
dar y pudo hacerlo, que cumplió quien estaba obligado a
cumplir. Esa virtud no ciega los caminos de la lucha, no obstaculiza
el avance del progreso, no condena las sagradas rebeldías,
pero opone un muro infranqueable al desorden, del que pretenden
aprovecharse los oportunistas de siempre.
Necesariamente ha sido larga la época de la revolución
social del país, y no puede considerársela realizada,
cuando hoy vemos en dura sobreexistencia a la dignidad humana.
Solamente en los principios cristianos que la gran mayoría
confesamos, puede trasladarse a lo colectivo lo que se desea en
lo intimo, obrando en todo momento como si las máximas
de conducta individual debieran convertirse en leyes generales.
La humanidad ha conocido entre épocas de odio, otras de
vivir con los brazos abiertos a todas las posibilidades de la
naturaleza humana. Y bajo ese imperio místico, se vislumbran
mundos nuevos, se educan nacientes nacionalidades, se destruyen
barreras, aunque es llamativo ver que dichos resultados se han
dado ante la presencia de un enemigo común y de un modo
poco duradero.
Algo falla en la naturaleza humana cuando es posible concebir
el estado del hombre contra el hombre; todos contra todos, donde
pueda asimilarse la hombría con proezas de ave rapaz. Y
es así como la esperanza se desvanece con el frío
esplendor del razonamiento, que no tarda en relacionarla con el
materialismo.
Como peronista, no aceptamos los principios de Marx, cuando nos
dice que de las relaciones económicas depende la estructura
social y su división en clases y de su lucha se basa la
historia de la humanidad. Es real que sea difícil la existencia
de la virtud y la dignidad humana donde se proclame un estado
de necesidad. Al pensamiento le toca entender que existe diferencia
de intereses y de necesidades, persuadiendo a ceder a quienes
pueden hacerlo, estimulando el progreso de los rezagados.
Pero esa operación en la que la sociedad lleva ocupada
mas de un siglo, no necesita del ronco o de la amenaza, y mucho
menos de la sangre. Solo el trabajo cotidiano, y el amor al prójimo
pueden achicar los tiempos, y la vida de relación y el
diálogo aparecen como medida ideal para la honestidad con
que cada hombre debe aceptar su propio papel, con la corrección
del egoísmo y la modificación de la cerrada sobreestimación
de los intereses propios.
De ese sentido ante la vida, que en parte muy importante procederá
de la educación recibida y del clima imperante en la comunidad,
depende la suerte de la comunidad misma.
Hay hombres con sentido ético y otros sin el, políticas
civilizadas o salvaje proyección de progreso. La diferencia
para extraer provechosos resultados de ambos para una victoria
social, corresponde a la dosis de ética poseída.
Tales dosis hacen gloriosos los triunfos y soportables los fracasos,
atenúan las calamidades o prestan fuerzas de reserva.
El progreso esta en absoluta relación de dependencia con
el grado ético alcanzado, establece la moral de las leyes
y puede interpretarlas sabiamente. Para la vida publica esto significa
el orden, la acción y el uso feliz de la libertad.
Cuando la felicidad es el objetivo máximo, y finalidad
del afán general, se hace visible que unos han hallado
los medios y recursos para procurárselas y otros no lo
han poseído nunca.
Hoy vemos a muchos que tratan de retener indefinidamente y hasta
ampliar esa condición privilegiada. Combatir el egoísmo
debe ser una actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes
contrarias y sustituirlas por una amplia y generosa visión
ética. Difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar
el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar sino por
la difusión de ese disfrute, pero abriendo las posibilidades
a sectores cada vez mayores de la humanidad.
Todo individuo se hace interesante en función de su libre
participación en el movimiento social. Y libre no es un
obrar según la propia gana sino una elección entre
varias posibilidades profundamente conocidas.
Y el contenido a la libertad, como autodeterminación popular,
sobreviene cuando el ideal de la humanidad empieza a abrirse paso,
cuando la crisis de los hechos produce la revolución de
las ideas, advirtiendo que antiguos enunciados no ensamblan de
un modo perfecto con el signo de la evolución.
La colaboración social y la dignificación de la
humanidad, constituyen hechos inexorables que reverdecen la esperanza
de fraternidad humana.
La humanidad necesita fe en sus destinos y acción en busca
de ellos, y posee la clarividencia suficiente para entrever que
el transito del yo al nosotros, no se opera meteóricamente
como exterminio de las individualidades, sino como una reafirmasión
de estas en función colectiva.
Nuestro país atraviesa hoy, y no podemos más que
aceptar, desde los que se encuentran en la oposición más
férrea hasta los que confesamos un peronismo ortodoxo,
uno de los momentos más trascendentales y críticos
desde el período de reinstalación de su sistema
democrático. Tal vez comparado al momento crucial de su
organización en el pasado histórico.
La ciudadanía se ha expresado en las urnas, en reiteradas
oportunidades, a favor de las transformación encarada y
que, como primer y triunfal resultado, nos ha permitido lograr
una estabilidad varias veces anhelada y a ese mandato no podemos
nos debemos.
No podemos desconocer que la dependencia económica de la
globalización, para nada disimulada desde las esferas gubernamentales,
presuponía una esperanza de transformación donde
la esperanza en la "Revolución Productiva", la
reinstalación de la "Cultura del Trabajo" y "El
Salariazo" despertaba en todos la adhesión más
profunda.
Pero seríamos necios si negáramos que también
nos ha traído males para los cuales no nos hallábamos
preparados o suponíamos tan tenaz y perversos, como la
alta taza de desocupación, la desindustrialización
del capital nacional, la pauperización de las economías
regionales, la desesperanza de los estamentos más humildes
de la sociedad que ven alejarse los ideales de alcanzar su ubicación
genuina en una sociedad desarrollada, y la marginación
de muchos trabajadores al impedírseles el ejercicio de
un derecho tan fundamental como es el del trabajo, cuna de toda
esperanza personal, educacional y de desarrollo para sí,
para sus descendientes y para las futuras generaciones.
El sindicalismo argentino, no ha podido o no ha sabido extraerse
del mal de una sociedad egoísta e individualista que con
la complicidad, consiente o inconsciente de los comunicadores
sociales, ha impuesto pautas ajenas a nuestro sentir cristiano,
solidario y humanista.
Hemos acompañado silenciosos el mandato supremo de los
resultados eleccionarios, a pesar de no estar muchas veces en
pleno acuerdo o advertido inútilmente sobre los riesgos
que ello suponía.
No podemos desconocer que a sabiendas que las leyes y decretos
no son por si solos generadores de fuentes de trabajo, apoyamos
la primer flexibilidad instaurada por la Ley de Empleo y su modalidades
promovidas, para facilitar al capital productivo la ocupación
de jóvenes en busca de su primer trabajo, desocupados,
lanzamientos de nuevas actividades, práctica formación
para menores de 24 años, sectores, con amenazas entonces,
de marginación de la sociedad. A ellas se sumaron con posterioridad
un sin número de modalidades especiales para mujeres, mayores
de 40 años, pequeñas y medianas empresas, mayores
de 55 años, héroes de Malvinas, pasantías,
período de prueba y varios programas de empleo adoptados
desde la propia esfera estatal. De ello, hoy solo rescatamos la
precarización de los contratos de trabajo y la inseguridad
del futuro laboral de la gran mayoría de nuestros representados.
A regañadientes acompañamos la estatización
de las cajas de subsidios familiares, a pesar de haber sido un
símbolo y ejemplo de cogestión obrero - empresario
desde su nacimiento a través del Convenio Colectivo de
Trabajo 108 del Gremio Mercantil halla por 1956, para luego extenderse
a favor de todos los trabajadores del país. Mientras hoy
observamos que no solo ha servido para que usufructúen
sus beneficios sectores para nada necesitados por el solo hecho
de pertenecer al clientelismo político de dirigentes pertenecientes
a todos los sectores de la vida nacional, desnaturalizando su
sentido.
No creímos pero acompañamos la privatización
de las Cajas de Jubilaciones con la creación de las A.F.J.P.
y un mercado de capitales que nos permitiría una independencia
del capital golondrina, a favor de las empresas establecidas.
A pesar de denunciar el vaciamiento de las cajas y el riesgo en
que poníamos a los compañeros jubilados, o próximos
a ello, de no poder brindarles el justo y merecido haber jubilatorio
que les permita gozar, su último período de vida,
con el reconocimiento a sus esfuerzos personales en proporción
a la integración de los fondos que gobiernos, de todo tinte
político, no habían sabido resguardar. Hoy, no solo
vemos plasmados en la realidad nuestros temores, sino además,
nos carcome la incertidumbre sobre el futuro de quienes ven reducir
en un 30 % sus aportes mensuales por pago de comisiones y gastos
administrativos en manos de un sector privado, insensible a las
necesidades individuales y donde, la orientación de sus
inversiones, para nada ayuda a sectores productivos que el País
necesita desarrollar.
De hecho silenciamos nuestra protesta masiva, aunque fueron vanos
los esfuerzos individuales para advertir la penetración
de productos extranjeros, muchas veces protegidos por sus países
de origen, a pesar de un tenue acompañamiento de los propios
sectores patronales.
Porque también la responsabilidad empresaria no puede disimularse
ni puede ser intención desconocerla.
Son ellos los que fomentaron reglas de juego para facilitar la
concentración económica en pocas manos.
Son ellos los que no supieron subirse al vagón de la modernización
de sus industrias y adecuar sus costos, reduciendo sus propias
ganancias, mejorando la producción, en una situación
de estabilidad que les era favorable.
A ellos les corresponde la responsabilidad de agilizar sus ingenios
para fomentar las exportaciones y ganar nuevos mercados que la
globalización les permite.
Es el propio empresariado argentino quien ha fomentado la perdida
de conquistas laborales que hacen a la esencia nacional y familiar
que hasta ahora manteníamos, imitando y persiguiendo a
los trabajadores sindicalizados que pretendan oponérseles.
Ya hoy en el país no podemos hablar de un descanso dominical
que permita la integración y goce familiar, célula
primordial de toda sociedad cristiana. La apertura de los grandes
supermercados y shoping fomentando el "paseo de compras"
lleva a los empleados de comercio, sin ningún beneficio
extra, a la dependencia de sus puestos de trabajo que para nada
les permite ejercer ese derecho instaurado desde décadas
señeras por nuestra legislación del trabajo.
La desarticulación de los entes estatales de verificación
del cumplimiento laboral, llámese Ministerio de Trabajo
de la Nación o Subsecretaría Provincial del Trabajo,
sumada a la decisión política de no contralor, ponen
en inferioridad de condiciones a quienes defienden sus derechos.
Si a ello le sumamos una Justicia Laboral en vías de extinción,
burocrática y lerda, sumerge en una situación de
indefensión de abusos y atropellos a un sector de la sociedad,
que por imperio de nuestra Constitución Nacional, en su
artículo 14 bis debería protegerse.
No podemos seguir haciendo tirar del carro a los de menores recursos,
recargando en los trabajadores todo el peso de la ineficiencia
empresaria o de los errores de las recetas economisistas impuestas
por las tristemente conocidas entidades financieras internacionales.
No es justo que al sector del trabajo, se le pague con mayor flexibilización,
cuando ha quedado demostrado que ella es solo generadora de precariedad
e inestabilidad productiva.
Es a la clase dirigente a quien le corresponde la responsabilidad
de llevar adelante soluciones concretas para quienes han confiado
en la conducción de un Estado, que día a día
vemos alejarse de sus responsabilidades primarias y fundamentales.
Es cierto que no podemos ir a contramano del mundo, del cual hoy
sería casi imposible prescindir. Pero no solo en lo económico
debemos buscar nuestra propia independencia sino además,
salvaguardar valores que, sin ningún tipo de duda, ha sido
puesto de manifiesto en las últimas protestas populares,
por una sociedad que en su gran mayoría, está dispuesta
a mantener.
De nada sirven los lamentos por los fracasos que no hemos sabido
contener, ya sea por nuestro silencio, nuestra falta de propuestas
alternativas o por la inconsistencia o falta de representatividad
política que no se supo ganar en las urnas.
Es a quienes tenemos responsabilidades de mayor peso, a quienes
nos corresponde aunar voluntades y canalizar las sanas inquietudes,
con humildad y sentido de bien.
Por eso, como humilde aporte para sobrellevar tan pesada responsabilidad,
considero necesario promover desde el propio municipio y en cada
sector que nos permita la actividad, la generación de debates
abiertos sobre medidas concretas que nos permita salir airosos,
a la sociedad toda, del trance actual.
1.-
Emergencia ocupacional en cada distrito, por tiempo limitado, con
planes de fomento de empleo exclusivamente para empresas que comprometan
ampliación de sus plantas laborales actuales.
2.-
Eliminación de horas extras habituales y limitación
de las auténticamente extraordinarias.
3.-
Reducción de la jornada de labor a 36 hs. semanales permitiendo
la creación de puestos de labor y la incorporación
de nuevos trabajadores al mercado laboral.
4.-
Cierre uniforme de comercios, con prohibición del trabajo
en días domingos, en especial hiper y/o supermercados y producciones
no continuas.
5.-
Período de gracia y/o reducción de tazas y gravámenes
para nuevos emprendimientos, en especial para micro empresas o empresas
familiares.
6.-
Eliminación del costo emergente de Libreta Sanitaria en establecimientos,
donde, en cumplimiento de la legislación laboral vigente,
se satisfaga con el examen pre ocupacional y periódico.
7.-
Obtención de recursos financieros que permitan, desde los
propios establecimientos educacionales estatales y sociedades intermedias
no gubernamentales, la creación de cursos de capacitación
laboral y/o profesional, acordes a las necesidades productivas de
cada jurisdicción.
8.-
Creación en el propio municipio, de un cuerpo de Inspectores
Laborales que permita la constatación de cumplimiento de
la legislación vigente.
9.-
Implementación de un régimen de promoción impositivo
que desaliente el despido y la eliminación de puestos de
trabajo existentes.
10.-
Creación de un área Municipal que permita el estudio
y desarrollo de planes de reconversión y transformación
productiva de empresas de la zona. Ambito de discusión y
concertación de los componentes sociales ante crisis de empresas.
Centro de estudio y consulta sobre mercados, técnicas y producción
para microemprendimientos.
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