Autor
Dr. Gerardo Gabriel Juara
Merlo - Pcia Bs. Aires - Argentina
ÍNDICE

1.
La decisión de constituir una sociedad, y los argentinos algunas
vez la tomamos, implica un intrincado conjunto de deberes y obligaciones
mutuas, cruzadas todas ellas por una particular noción de justicia,
noción acordada al inicio del contrato, que hace que todos
y cada uno de los integrantes de este y quienes los sucedan, puedan
creer validamente que el cumplimiento de los deberes permitirá
alcanzar el goce de los derechos, y un acuerdo básico sobre
el modo de crear riqueza, para que esa justicia sea una práctica
sustentable.
2.
Algunos de esos comportamientos concertados tratan de un “hacer”
del ciudadano hacia la sociedad, una tarea que implique un aporte
tal que podamos decir que de ella deriva una mejora para esta.
3.
Dicha tarea tiene la doble condición de ser un deber (en tanto
es el modo en que el ciudadano “cumple su parte” del contrato)
y un derecho (es el modo en que el ciudadano “obtiene su parte”
del contrato.)
4.
Esta tarea individual es, en el plano del contrato social, lo que
llamamos empleo y el modo en que lo creamos, repartimos y regulamos
es nuestra política de crear y repartir riqueza.

El empleo constituye al contrato.
1.
El empleo, entendido entonces como el modo en que hacemos nuestro
aporte a la sociedad, en razón del cual se nos asignarán
algunos derechos[1], es el modo habitual en que se hace cotidianamente
la justicia social.
2.
por eso podemos decir que toda política de empleo estará
fuertemente influida por el modo en el que en el contrato social hayamos
entendido la idea de justicia, y esta, nuestro modo de mantener vigente
y legítimo el contrato social, pues su carencia destruye al
contrato.
3.
El derecho/obligación al empleo es, en nuestra óptica,
el elemento práctico constitutivo de la ciudadanía más
relevante del acuerdo social.
4.
Construir una “ciudadanía del empleo” es un desafío
de todo nuevo contrato social.
La política de empleo sigue la necesidad de
actualización del contrato social.
1.
Los cambios en los modos de producir riqueza, en los modos de su
distribución, en la propiedad y utilización de las
tecnologías y de la información, en el modo en que
políticamente una sociedad resuelve la distribución
de derechos y obligaciones, en que denomina lo justo o injusto según
el criterio de justicia acordado obliga a reflexionar repetidamente
sobre las bases del contrato social, y en determinados casos, a
reformularlo.
2.
De igual manera estos cambios influyen en nuestra definición
de políticas de empleo, entendido este como un modo de ejercer
y consolidar la ciudadanía.
3.
Venimos de un modelo económico social donde el aliento a
la industria sustitutiva destinada al mercado interno, la política
comercial cerrada al exterior, con fuerte incidencia del Estado
en la formulación de las decisiones económicas privadas
fueron elementos constitutivos de la formulación del modelo
social.
4.
En ese modelo la política de empleo primaria tuvo dos manifestaciones
a.
El empleo público como paliativo de los tiempos de capacitación
necesarios para ingresar eficazmente al mercado de trabajo (empleo
de jóvenes) o sustitutivo de los mecanismos de capacitación
para su reingreso (despedidos de mercado de empleo privado) o mecanismo
encubierto de subsidio por desempleo (cuando la falta de oportunidades
o competencias impedían el ingreso al mercado privado) donde
la evaluación de la necesidad de la incorporación
al empleo y su rendimiento jamás fue evaluado.
b.
El empleo privado, acompañando la expansión de las
industrias y servicios generados por la política antes descripta,
que generó un modelo de empleo privado cristalizado en los
siguientes instrumentos:
II. Ley de asociaciones sindicales.
III. Conciliación y arbitraje y reglamentación
del derecho de huelga.
IV. Negociación colectiva.
V. Sistema de salud y asignaciones familiares.
5.
En la década de los 90 cambió radicalmente el consenso
imperante sobre la función del Estado en las relaciones de
producción, sin que este cambio fuera completo, coherente sometido
a revisión crítica y aplicado.
6.
Así, la política de empleo protagonizó incongruencias
tales como la intervención estatal para “desintervenir”
su supuesta actuación en las relaciones de empleo privadas,
la aparición permanente de programas de empleo temporario,
el aliento a situaciones de empleo precarizado como motivador del
empleo formal, al tiempo que alentó la informalidad y la irregularidad
en la contratación.
7.
Ocurrió, y el Estado no lo registró, que el empleo dejó
de dividirse solamente en Público y privado, apareciendo otras
divisiones, de mayor importancia para la formulación de políticas
en el área:
a.
Empleo de bajo valor agregado: Requería poca capacitación,
generaba poco valor y en consecuencia pocos márgenes de ganancia
y bajas remuneraciones. Se trataba / y se trata/ de actividades de
economía informal, minifundista, familiar, de subsistencia,
etc.
b.
Empleo en el sector productivo industrial y de servicios consolidados
en el paradigma fordista-Taylorista: constituía un modelo cristalizado,
que fue perdiendo importancia con la apertura de mercados y la aparición
de nuevas tecnologías, convirtiéndose, al final del
ciclo, en modelos laborales disfuncionales al nuevo modelo productivo,
con categorías de trabajadores antes altamente calificados
que fueron desapareciendo(data entry) organización de jerarquías
laborales desfasadas (en un modelo tradicional de comercio o industria
un gerente llevaba 10 años de formación, un gerente
de Blockbusters lleva semanas) lo que impulsó una fuerte crisis
del “modelo”. El paradigma de este modo fue la Ley de
contrato de trabajo, subsecuentemente “emparchada” por
distintas reformas de escasa eficacia.
c.
El empleo tecnológico/ digital (denominaciones arbitrarias
y por ende provisorias) basado en alto valor agregado de la prestación
personal, articulado en red y de relaciones horizontales, vinculado
a resultados y no a tiempos, con toma continua de decisiones, etcétera,
promovido por los sectores vinculados a la integración en la
economía global en razón de ventajas competitivas dadas
por la generación de valor y no por volumen. Este modelo, cuantitativamente
minoritario, no ha alcanzado a constituir un nuevo paradigma laboral,
por razones que ya se expondrán.
8.
En este contexto, una sociedad que aspira a crear riqueza con fuerte
participación del conocimiento y recrear nociones consensuadas
de justicia, las figuras del empleo y trabajo debe empezar a separarse
nítidamente, en una dinámica no de enfrentamiento sino
de expansión del concepto de empleo.
9.
La política de empleo debe alinearse con la noción de
justicia acordada en el contrato social, y los paradigmas laborales
a los modos de crear riqueza definidos como preferentes en ese mismo
acuerdo tomando como modelos de creación de empleo nuevas formas
de participación social tales como el empleo asistencial, o
voluntario (en general, las actividades del tercer sector), es decir
el empleo que genera capital social, el empleo de la inteligencia,
es decir, la participación de las actividades que generan conocimiento,
es decir, el capital intelectual, y el empleo productivo, el trabajo
propiamente dicho, nuestro modo de crear riqueza.

El trabajo y el nuevo paradigma productivo.
1.
El modo en que una sociedad produce su riqueza constituirá
el tipo de trabajadores que dicha sociedad tenga. En el punto anterior
definimos la coexistencia en la Argentina de tres modelos productivos
superpuestos, con tres modelos de relaciones laborales que podríamos
calificar como deficitario en el primer caso (no permite al ciudadano
una debida participación en la distribución de la riqueza,
pues el sector en el que se integra es de baja rentabilidad) ineficiente
en el segundo (al abandonar el Estado la protección de estos
sectores y someterlos a la competencia y actualización la persistencia
en ese modelo lo descalifica, o deben pasar al tercero para continuar
“en carrera”) y un tercero modelo, incipiente y hoy afectado
por la recesión prolongada, de trabajo de alto valor intelectual,
con particularidades diametralmente distintas a los dos anteriores.
2.
El trabajo de la sociedad industrial, en el esquema de producción
fondista taylorista era repetitivo, cada “unidad de recursos
humanos” era perfectamente intercambiable, la diferencia se
lograba por la economía de escala, etcétera, y esto
permitía un modelo de relaciones laborales donde los institutos
jurídicos (jornada, vacaciones, remuneraciones, despido, preaviso,
licencias) admitían niveles de generalización y detalle
al mismo tiempo, como espejo de la indiferenciación de los
modelos productivos. El resultado final de ese proceso es la LEY DE
CONTRATO DE TRABAJO, que como señaláramos antes resulta
desbordada, y a fuerza de intentar mantenerla como paradigma, diversos
parches legales, marchas y contramarchas la han transformado en un
cuerpo legal devaluado.
3.
El trabajo de la sociedad del conocimiento es esencialmente diverso:
requiere, como ya dijimos, mayores y crecientes niveles de inteligencia
en la definición de cada producto, diversidad, novedad, y si
alguna regla existe es que el cambio es la regla. Esta noción
de cambio continuo y mayores niveles de aportación intelectual
llevar a definir otros institutos laborales, donde la contención
de lo diverso y lo novedoso es la regla a alcanzar.
4.
El primer modo de producir y trabajar generó un estándar
que transversalizó todas las relaciones.
5.
El segundo desnudó la coexistencia de modelos disímiles,
El conflicto hizo estallar la normativa, como ya señalamos.
6.
Se requiere formular un nuevo paradigma del trabajo productivo, un
modelo de relación laboral que contenga lo nuevo y lo diverso:
Una ley de contrato de trabajo que resulta una ley de “contratos”
de trabajo, que enuncie institutos jurídicos pero no los límite,
que invite a la regulación privada orientando los canales para
un nuevo modelo laboral, con una más ajustada relación
entre tiempo y resultado, entre remuneración actual, futura,
devengada, participada, con mecanismos de ingreso a la relación
sencillos y promovidos, y egresos sencillos con mecanismos indemnizatorios
que contemplen la nueva realidad del “daño” a indemnizar:
no sólo debe atenderse al tiempo que media entre el egreso
de una relación y el egreso a otra, sino la necesidad de mantener
la inteligencia laboral y su competencia actualizada en relación
al mercado de trabajo.
7.
El nuevo modelo normativo, la “nueva ley” debe alinear
los tres modos productivos: bajo valor (subsistencia) industrial capitalista
(fordista) y de conocimiento (alto valor agregado) apuntando su evolución
hacia modelos de trabajo de la era digital.
Tendencias derivadas del impacto Tecnológico
en el mundo del trabajo.
Para
explicar las causas y necesidades de un cambio de modelo, vamos
a exponer la siguiente hipótesis:
Marx
ha dicho en "miseria de la filosofía" que "...
la hilandería manual asocia al hombre al Señor Feudal.
La hilandería mecánica lo asocia al capitalista"
Del
mismo modo nosotros podríamos intentar decir que los modos
de producción de bienes de una sociedad (en definitiva los
modos de generar y distribuir riqueza de una sociedad) perfilan:
1.
Los modos de sus conflictos,
2.
los actores en la gestión de los medios de producción
y
3.
sus modos de negociación.
Cuando
la tendencia en el desarrollo económico escapa al modo industrial
de producción y penetra en una nueva etapa, los perfiles conocidos
de los actores de la sociedad civil, su modo de librar conflictos
y de negociarlos nos resulta inadecuado en términos de eficacia.
Nos
encontramos en una economía donde la optimización de
recursos tales como materias primas y el esfuerzo físico debe
ser realizada a través de la preeminencia del conocimiento
para poder afirmar de ella su competitividad.
La
subsistencia de formas de producción de diferente grado de
integración, de sus entidades de gestión, de sus modalidades
de conflictos y negociación, de economías de diversos
grados de evolución generan conflictos entre sí, con
fuertes repercusiones en las demás
Para
desarrollar estas elementales hipótesis de trabajo, me voy
a permitir desarrollar el modelo teórico en base a experiencias
conocidas por la mayoría de nosotros, como es el modelo productivo
de la industria metalúrgica de las décadas del 50/ 70
y su gremio relativo, la UNION OBRERA METALURGICA y el paradigma del
sector servicios, la FAECYS.
Los
modos en que ambos se desenvolvieron cristalizaron prácticas
laborales que fijaron el estándar regulatorio argentino, cristalizado
en la Ley de Contrato de Trabajo de 1974.
Nuestro
modo de crear Riqueza:
La
organización de la producción.
En
la etapa industrial la tierra, el trabajo, el capital y las materias
primas eran los principales factores de producción. El conocimiento,
presente en todo proceso productivo, no es sino hasta hoy el recurso
crucial de la nueva economía. El conocimiento reduce y optimiza
el uso de los demás recursos. El conocimiento es difícil
de cualificar, y a diferencia de los demás recursos, que son
finitos, este resulta inacabable.
En
tanto que una empresa del capitalismo industrial vale por sus bienes
sólidos, una empresa del capitalismo tecnológico puede
bien constituirse solo por su capacidad para operar estratégicamente
sus conocimientos y sus otros recursos. (Patentes, inventos, metodología,
bases de datos, ideas, marcas, etc.) La relevancia de esta posibilidad
es notoriamente clara en el medio de producción de bienes culturales.
Los
volúmenes indicativos del valor de una empresa metalúrgica,
comercial, o de transporte de materias se miden en espacio físico
ocupado. El valor de una empresa post industrial se mide por su capacidad
de circular sus activos su capacidad de distribución, su aptitud
de sinergia, y su velocidad de innovación, y si se encuentra
dedicada al negocio de la información se mide, justamente,
en capacidad de acceder, almacenar y distribuir esa información
o conocimiento, o agregarlo a otro soporte para incrementar su valor.
Así,
la capacidad empresaria no se basa en la coordinación de activos
físicos y la posesión material de objetos, sino en la
coordinación de acciones en base a la posesión y adquisición,
transformación y distribución de conocimientos y/o información.
La
producción en serie se vuelve obsoleta frente a la información
intensiva y a las variaciones múltiples y personalizadas en
la producción.
Las
tecnologías flexibles, las compras por ordenador, por televisión,
la publicidad segmentada, generan medios de comunicación con
mejor definición del universo objeto por la posibilidad de
parcelar el público.
Este
procedimiento de segmentación permite una mayor penetración,
favorecida también por la “flexibilidad “del producto
ofrecido.
Los
canales de televisión por aire modifican paulatinamente nociones
y modalidades de manejo de espacio y recursos frente a los canales
de cable, los satélites multiplican sus señales, los
productos gráficos segmentan a su público potencial,
etc. dando como resultado políticas de penetración y
de ampliación global.
El
capitalismo tecnológico se halla en condiciones de dirigirse
no ya al gran publico, sino al pequeño publico, entendido como
parcelas identificadas de consumo especial y de alto nivel de adquisición
de objetos y servicios, expandiendo en definitiva el mercado total
no en su base sino hacia dentro mismo de la pirámide de consumo.
Este crecimiento cualitativo por sobre lo cuantitativo es un dato
a revisar a posteriori por la importancia de la paradoja de la globalización:
el mercado global no se expande agregando nuevos consumidores sino
profundizando sobre los que ya tiene
El
trabajo físico rutinario, repetitivo e intercambiable tiende
a desaparecer como paradigma de forma laboral eficiente para ambas
partes: para la empresa del capitalismo tecnológico porque
no obtiene eficiencia en la aplicación de los antiguos modos
de aplicarse al trabajo, y el trabajador en razón a las exiguas
remuneraciones debidas a las tareas de baja calificación tecnológica
y la imposibilidad de generación de condiciones de vida dignas.
El
trabajo de la era fordista- taylorista tenía como valores la
permanencia y el aprendizaje de la tarea y en consecuencia, la permanencia
en el puesto era un valor aceptado por ambas partes.
Este
detalle de la permanencia me parece digno de ser resaltado. Porqué
al empleador le resultaba un valor aceptable la permanencia en el
puesto?
El
trabajo humano en la era del capitalismo tecnológico requiere
multidestrezas de niveles crecientes, y al mismo tiempo que genera
la desaparición de puestos de trabajo propios del capitalismo
industrial (por desaparición del producto, del modo productivo
o del puesto de producción) genera cuantitativamente menos
puestos de más difícil ocupación de perfiles
distintos.
Es
decir que el desplazamiento tiene doble sentido: se pierden mas puestos
de trabajo que los que se generan, y los nuevos puestos requieren
más y distintas destrezas que las que tienen los trabajadores
desplazados, en razón de un perfil de trabajo esencialmente
distinto.
Esta situación genera una dificultad de ocupación de
carácter doble: el trabajador especializado[2] no encuentra
con facilidad nichos laborales, y la empresa que requiere la mano
de obra debe habitualmente destinar recursos extras a su capacitación
y de alta preparación. En este contexto el trabajo humano de
las economías post industriales no tiene como valor la permanencia,
sino la adecuación y la velocidad de rotación en los
puestos de labor.
El
trabajador de multidestrezas exige cambios en la educación
(fuera de la educación de masas para la producción estandarizada
tipo fabril). La imbricación paradigma productivo - laboral
- educativo es un punto de especial atención que me gustaría
retomar en otra parte de este trabajo.
Otra
nota saliente en la organización del trabajo es que empieza
a variar la proporción entre trabajadores "directos"
(vinculados al establecimiento productivo, figura típica del
capitalismo industrial) y los "indirectos" ajenos a la idea
de pertenencia a un espacio físico común pero vinculados
por una función adecuado dentro de un complejo productivo único.
(Ver idea de periférico como más cercana al concepto)
Pese
a esta transformación del lugar físico de prestación
de tareas, lugar ajeno al establecimiento o sede del empleador en
ambos casos la tarea del trabajador tiene como objeto generar un valor
/ o una adición de valor al producto - objeto de la empresa
y se añaden elementos al proceso productivo que en su finalidad
dirige otro.
La
idea de trabajadores directos e indirectos (directos y periféricos)
deja de lado (momentáneamente) la tradicional distinción
entre relación de dependencia y autonomía.
Quisiera
señalar sucintamente, sin por ello evitar una profundización
posterior, que la nota más relevante en las vinculaciones laborales
es la ajenidad del trabajador (y del resultado de su trabajo) respecto
del objeto tenido en vista por la empresa. [3]
En
el caso, la idea de trabajo directo o indirecto esta dada con su mayor
o menor participación formal con el emprendimiento productivo
de que se trata.
Ahora
bien, si definimos la vinculación entre la empresa y el trabajador
por su relación de ajenidad del resultado de la prestación,
por sobre la involucración formal en el emprendimiento empresario,
podemos decir que la configuración de la relación de
empleo.
La
producción de la era industrial era reglamentada. La modalidad
productiva de la era post industrial es de innovación continua.
A
qué nos referimos con reglamentada? A que la calidad productiva
en el capitalismo industrial estaba dada en la calidad de la reproducción
de procedimientos y resultados.
La
innovación tecnológica del capitalismo industrial apuntaba
principalmente a aumentar los volúmenes de producción,
impulsada habitualmente por el tren del consumo o políticas
de exportación.
El
capitalismo tecnológico es básicamente innovación.
La desvinculación entre oferta y demanda regionalizada, la
reducción de costos con modificación de procedimientos
y expulsión de mano de obra, la variedad de productos por la
segmentación de la oferta, requieren modificación continua,
pues las ventajas competitivas entre las empresas se obtienen a través
de modificaciones internas de procedimiento.
La
innovación ya no es un proceso de saltos cuantitativos, sino
que es la regla continua de desarrollo productivo.
No
afirmamos que la innovación no fuera un valor en sí
en la etapa industrial. Sólo decimos que lo era en el sentido
propuesto por el producto principal, antes que en el resultado del
producto. (Decimos que se tendía a mejorar elementos del objeto
producido, en tanto en la actualidad la innovación apunta a
agregar funciones o desarrollar servicios, sin anclar las posibilidades
de innovación al objeto tomado en cuenta.)
Podíamos
hablar de innovación dentro de sí. (Las distintas modificaciones
del mismo producto, manteniéndolo idéntico a si mismo.
por ejemplo el Ford Falcon) la innovación del periodo actual
tiende a resultar fractal (en el sentido que Baudrillard señala
como dispersión "a tontas y a locas" fuera de sí)
Se
modifica la unidad de producción.
Se
dividen unidades, que se relacionan entre sí. La empresa concebida
como el gran establecimiento fabril deja de ser el modelo, para empezar
a valorar unidades de concepción estratégicas de negocios,
vinculables entre sí. La idea de red (y con ella, la de dinamismo)
reemplaza a la noción de establecimiento físico.
La
idea de permanencia desaparece a favor de la idea de articulación
transitoria.
Las
empresas de la era industrial poseían organización piramidal,
monolítica y burocrática. Los modos de producción
y los mercados se consideraban como identidades. Existían patrones
de consumo fácilmente determinables. La producción a
escala tenía su correlato en organizaciones administrativas
uniformes.
En
los nuevos procesos económicos los mercados y la tecnología
mutan a velocidades mayores que la capacidad de adaptación
de las empresas tradicionales.
Esto
produce un posicionamiento de la organización de los emprendimientos
alrededor de procesos, y no de mercados o de especialidades.
Se
organiza en base a proyectos específicos, multiplicidad de
alianzas, operaciones tipo joint ventures o consorcio.
El
cambio permanente de mercados y tecnologías hace perder importancias
a la posición relativa de una empresa dentro de este, y la
capacidad de alianza y la flexibilidad de inserción adquieren
perfiles importantes.
El
ahorro en los procedimientos sustituye el ahorro de la producción
en escala.
El
tiempo en el proceso productivo se transforma en una variable crítica
para la toma de decisiones.
La
velocidad de circulación del capital financiero condiciona
la toma de decisiones en el proceso productivo para asumir la misma
velocidad. La transitoriedad de los mercados, "gustos" y
tendencias acompaña este proceso.
Las
empresas de la era industrial (los empresarios de la era industrial)
asentaban desde lo ideológico el impulso de los mercados regionales,
alentando la idea de que el bienestar de la Nación era una
tarea de todos los habitantes de un territorio determinado.
Las
acciones de los empresarios y los habitantes de un territorio nacional
distintos eran mediatizados en sus efectos por la protección
del Estado, y las políticas económicas se correspondían
con las políticas nacionales. Esta idea asentaba a su vez la
siguiente: la existencia de entidades económicas nacionales
que intermedian entre los habitantes de un territorio y la economía
internacional, por lo que la prosperidad de las entidades se transformaba
en un requisito de viabilidad de la prosperidad de los habitantes
del territorio común.
La
conformación de mercados internos, con idea de permanencia
y vinculación entre producción y consumo se dio en correlato
con la idea y formación de nacionalidades.
En
el actual modelo económico, concordante con la desvinculación
de la riqueza con el requisito de posesión material y mercado
interno, las empresas más dinámicas han dejado de mantener
la correspondencia entre mercado y ámbito nacional, y consecuentemente,
entre prosperidad empresaria y prosperidad de los habitantes del territorio
en que la empresa se halla asentada.
Esta
nueva situación rompe alianzas entre los trabajadores, entre
los empresarios, y en consecuencia, cruza variables políticas
de difícil encuadre.
La
aparición de nuevos bloques “globales” de producción
y consumo, genera espacios económicos distintos a los de los
territorios nacionales, y una de sus consecuencias inmediatas en generar
nuevas alianzas entre esos sectores.
Los
sistemas educativos de la era industrial se caracterizan por su profesionalización,
con metodología de masas, insertando al alumno en un sistema
regimentado, pautado por grados y relaciones jerárquicas.
Su
"producto" era un producto terminado, formado para el trabajo,
por el solo hecho de haber egresado del sistema educativo. De tal
manera la actividad industrial incorporaba trabajadores aptos para
las tareas estandarizadas.
La
educación superior se estructuraba de similar manera a la del
sistema productivo: educación ascendente por niveles, estandarizada,
reservándose la investigación y la innovación
solo a los niveles más altos de la pirámide educativa.
El
sistema educativo que la economía de las tecnologías
de innovación continua exige requiere complementar continuamente
la capacitación alternando entre el sistema formal (de tendencia
rígida) y el sistema informal que permite la adaptación
al puesto específico.
La
inserción en las empresas de la nueva etapa requiere formación
educativa que desarrolle las competencias básicas de los trabajadores,
su capacidad de adaptación, creación e innovación.
La
educación abre sus posibilidades en red, identifica nichos
de capacitación de alto nivel y especificidad, realizando cruces
entre práctica e investigación.
Las formas de organizarse de los trabajadores.
El
modo de producción antes descrito no es sino un esquema que
puede - y con seguridad lo hace - pecar de simplista. Pese a ello,
como el documento que esta leyendo es un borrador de discusión,
y las afirmaciones que contiene son hipótesis de trabajo,
Las afirmaciones relativas a la manera de organizarse de los trabajadores
deben entenderse con igual sentido.
Los
sindicatos de la era industrial basaban su capacidad de negociación
en la movilización física, la cantidad de afiliados,
la ocupación de espacios en la calle.
"Esta
movilización", en tanto poder externo adquirido por
el peso de la cantidad, generaba los espacios de negociación
requeridos.
Las
organizaciones actuales basan su capacidad de negociación
en su disposición de información y conocimientos,
y la velocidad de circulación que sobre estos pueden disponer,
al tiempo que puedan involucrar a terceros en su opinión
sobre el tema.
Las
nuevas tendencias de negociación valoran principalmente:
2
posibilidad de involucrar a otros actores sociales en el negocio.
En
cierta medida esta modalidad implica abrir los canales hacia la
sociedad. Ejemplos como los de la UTPBA (La peor opinión
es el silencio)
Entre
estructuras sociales que entendían como señal de poderío
la acumulación de activos físicos, las organizaciones
sindicales no escaparon a la regla. La propiedad de hoteles, servicios
médicos, edificios sindicales eran sinónimo de crecimiento.
La afiliación masiva (cuantitativa) era su primer elemento.
Las
organizaciones sindicales post industriales se reducen y descentralizan,
reconvirtiendo la búsqueda de potencial económico
en modalidades descentralizadas de gestión de activos intangibles.
Se
percibe como poder de la organización la gestión de
información, la posibilidad de organizar a su favor servicios
de terceros (obras sociales y turismo, por ejemplo, ya no de propiedad
de la organización sino “usado” a través
de mecanismo no propietario) la capacidad de formación, de
anticipación y adaptación a tecnologías diversas,
etc.
Reducción
de los Planteles profesionales.
La
afiliación de masa es suplantada por nuevas categorías
profesionales, muchas de ellas no contempladas por los convenios.
Las
distintas situaciones convencionales, que antes contenían
toda la realidad profesional del trabajador, se ven desbordadas
y las organizaciones sindicales deben dar respuestas a "encuadres"
cambiantes.
Empiezan
a surgir dos polos en un proceso de separación continua:
el sector precarizado del trabajo marginal, y un sector altamente
profesionalizado, siendo la única nota común hallarse
ambos grupos fuera de las situaciones convencionales pero dentro
de una actividad empresaria común.
Largos
periodos de inactividad, la adquisición continua de nuevas
destrezas que modifican los encuadres convencionales, la alternancia
con sistemas de capacitación y empleo y el desarrollo de
trabajo a distancia tornan cada vez más complejo la realización
del objetivo de contención sindical.
Las
estructuras sindicales requieren, en consecuencia, modificar la
forma de organizarse para cubrir a dichos trabajadores.
En
el caso de las organizaciones de oficio la alternativa es de sencilla
solución: Se sigue siendo periodista, actor o músico
a pesar del desarrollo profesional en ámbitos cambiantes,
o los largos periodos de inactividad. (Pero aparece un uso distinto
del resultado laboral del oficio: caso periodistas en multimedios
y su derecho de propiedad intelectual)
Resulta
de mayor dificultad ofrecer alternativas en los gremios de actividad:
La televisión, la radio, la “prensa” dejan de
ser en si mismo comienzo y fin de las unidades productivas, la innovación
tecnológica y los cambios y requerimientos del mercado de
la información alteran los encuadres, los empleadores y los
modos de producción.
Trabajo
= Polifuncionalidad.
La
modificación de los sistemas productivos cambia, queramos
o no, el paradigma de trabajador que conocimos durante el desarrollo
del capitalismo industrial.
El
“nuevo modelo” de trabajador (en realidad dos modelos)
en especial en los medios de comunicación y en la industria
cultural, se caracteriza por la paulatina pérdida de las
notas de subordinación : La posibilidad del teletrabajo (en
especial en los medios de información) o de producción
a distancia (en especial en la música, el video o la informática)
la adquisición continua de destrezas (por capacitación
o modificación del entorno productivo) y un mayor grado de
alienación : En un sentido material, por la imposibilidad
de determinar equivalencias “estables” entre la tarea
y la remuneración (la utilización múltiple
y hasta el infinito de un trabajo periodístico, una interpretación
musical, la reproducción digital, la reprogramación,
etc. aleja la apreciación del valor “unitario”
de la tarea ) y en un sentido simbólico porque en ninguna
otra tarea como en la industria cultural , la nota identificatoria
del creador (trabajador de la cultura) acompaña al objeto
creado (producto cultural) en su mecánica de circulación
y consumo, mostrándolo (al periodista, al actor, al músico,
al locutor) pero no permitiéndole decidir sobre el acto.
Esta
“nueva fuerza” de trabajo requiere un marco normativo
distinto, pues:
1
si la velocidad de alternancia empleo / desempleo es un estándar,
la indemnización por antigüedad no compensa “el
daño” que la LCT (y la mayoría de los sistemas
de protección) presumía suficiente.
2
Si “la puesta a disposición” del trabajador
cultural, a diferencia del modelo industrial puede rendirse
con igual o mayor eficiencia fuera del lugar de trabajo.
3
Si la remuneración no puede afirmarse como una compensación
equitativa “a priori”. por la posible reutilización
del resultado.
4
Si los encuadres colectivos de hecho varían a mayor velocidad
que la de negociación.
Las
posibilidades de regulación deberían contemplar:
1
mecanismos que cubren con financiamiento para la formación
los periodos de alternancia entre empleo / desempleo.
2
redefinición de la noción de relación de
dependencia en base a la ajenidad del objeto y resultado de
la tarea.
3
modificación de los modelos de remuneración, a
partir de la experiencia de ciertas categorías de trabajadores
intelectuales.
4
abrir experiencias de negociación colectiva entre los
representantes de distintos sindicatos frente a una actividad
común.
Ya
dijimos que la producción de la era industrial era reglamentada.
La de la era post es de innovación continua.
Las
organizaciones gremiales responden abriendo nichos de capacitación
e investigación.
Los
departamentos de formación empiezan a cobrar preponderancia
en las “secretarias gremiales” y la noción de relaciones
profesionales empieza a ser el común denominador de ambas.
Las
organizaciones gremiales se enfrentan a empresas sin lugar físico,
o fragmentadas en distintos ámbitos (territoriales, actividad,
etc.)
Ante
esta realidad los gremios no terminan de reaccionar. La posibilidad
de articular a su vez acuerdos por programa, por objeto o resultado,
con otros gremios u organizaciones que le permitan replicar el ámbito
del empleador, dificulta la adquisición de niveles de eficacia.
En
tanto una empresa editora de periódicos se expande hacia el
mercado de la televisión por cable, o una fabricantes de neumática
acuerda la utilización de la cadena de distribución
de hipermercados, etc., el sindicato del sector no termina de articular
acuerdos con su homologo.
Los
empleadores, en consecuencia, llevan ventajas notorias pues operan
sobre distintos modelos negociales, en tanto los gremios solo demuestran
rapidez (pero no eficacia) repitiendo su propia estructura, a través
de filiales, federaciones, etc. sin poder romper ciertos moldes (ejemplo
: el trabajador de la actividad “X” no identifica como
compañero de actividad al que realiza idéntica tarea
en la actividad “Y” ,otro ejemplo : en tanto las empresas
se identifican con el negocio de la información, prescindiendo
del formato como límite, en los gremios del sector el formato
de producción sigue siendo un elemento de identidad, que opera
como limite para alianzas de negociación estratégica
entre trabajadores)
Organización
y ámbito territorial.
El
modo de estructurar los gobiernos y programas sindicales pierde eficacia
Frente
a la velocidad de cambio de las estructuras empresarias.
Los
mecanismos de consulta y las alternativas de negociación se
ven limitadas por las normativas nacionales ante la necesidad de acordar
con empresas y usuarios de ámbitos nacionales distintos.
La
modificación de los ámbitos territoriales se correspondería
con la creación de mecanismos de negociación sindical
internacional. (FIM, FIA, FIP como organismos con capacidad para acordar
normas mínimas de circulación del trabajo de sus representados
en ámbitos supranacionales. Se han dado ya experiencias en
el campo de la alimentación)
La
incidencia de los niveles de conocimiento es crucial en la adaptación
de la estrategia de los trabajadores sobre los niveles de empleo y
los de negociación.
Así,
la participación en el diseño de las políticas
de formación oficial debería ser un interés permanente
del sector.
En
segunda instancia pero de no menor importancia el desarrollo de estructuras
educativas propias - con desarrollo de metodología y saberes
propios - es de suma importancia para asumir un lugar frente a la
aparición de tecnologías omnipresentes en el mundo.
Hay
otro efecto paradojal en la aparición de estas tecnologías:
desplazan discursos y prácticas pedagógicas hacia el
lugar de la obsolescencia y abre hacia el vacío la necesidad
de instrumentar nuevos modos de adquirir conocimientos.
Cuando
se debate sobre la convergencia de las estructuras nacionales se menciona
la existencia de dos espacios de circulación de productos culturales
claramente diferenciados: El de los productos culturales formalmente
tradicionales y el de los de la sociedad de la información.
También
surge la noción de dos sujetos claramente diferenciados: el
del sujeto consumidor, el público, para quien se abogó
en términos de libertad, transparencia y elección, y
con menor nitidez quizás el de ciudadano (y en especial el
trabajador).
Sabemos
que en las sociedades que intentamos construir una llave de eficacia
y consolidación de las mismas esta dada porque la dicotomía
de los primeros espacios no consolide mecanismos de exclusión
cultural y económica, en tanto que la calidad de los sujetos
(consumidor / ciudadano) pueda predicarse en conjunto de cada vez
mayores y crecientes porciones de la población.
Si
la gran cuestión desde el punto de vista de los ciudadanos
frente a la sociedad de la información es quién y cómo
garantiza las posibilidades de acceder en condiciones igualitarias
y democráticas, desde la educación los interrogantes
se amplían. De momento se nos ocurren los siguientes:
Quién y de qué manera educa para acceder a los nuevos
espacios tecnológicos?
Quién y de qué manera establecerá “bibliotecas
virtuales” en la infraestructura global de la información”
Quién y de qué manera verifica la eficacia e interrelación
entre educación y empleo?
cuando y de qué manera el mundo del trabajo reflexiona y demanda
al de la educación?
En
el espacio educativo tradicional la intervención del Estado
y la fijación de políticas publicas educativas fue una
constante en muchos de nuestros países, aun en periodos de
corrientes privatistas y de retirada del Estado aun en las actuales
tendencias no dejan de reservarse la capacidad de acción del
Estado sobre la educación en general.
Entonces,
qué políticas públicas deben darse en la sociedad
de la información los responsables de la educación para
no fracturar los espacios educativos en razón de su tecnología
y el acceso de la población y en especial de los trabajadores
a educar a ellas?
Por
sobre esto, la educación en la sociedad de la información
podría tener características especiales, entre las que
se nos ocurren:La
creación de comunidades educativas virtuales, ya no basadas
en razones de espacio físico (pertenencia al mismo lugar) o
de grupo (económico, social, etc.) sino en razones de afinidades
voluntarias.
El desplazamiento del docente como eje educativo, al menos tal cual
lo conocemos.
La aparición de nuevas opciones formativas atendiendo a los
requerimientos de la nueva tecnología.
El acceso a fuentes de información casi inagotables.
En
este punto se cruzan el derecho del trabajo, los derechos intelectuales
y la educación.
Los
reclamos de seguridad jurídica y técnica que cruzan
la autopista de la información, los emprendimientos comerciales
que de continuo aparecen, y la acelerada carrera en la organización
de los nuevos paradigmas legales y de tráfico que se desarrollan,
nos hace dudar sobre la garantía de acceso ala información
y al conocimiento para todos,
Si
en el nuevo espacio cultural que representa la autopista de la información,
no abogamos por una “excepción educativa”, si se
me permite llamar así a la facultad de usar para informar con
fines pedagógicos, a través del acceso a objetos digitales
necesarios para cumplir la obligación educativa de los Estados,
sin el cumplimiento de la “obligada remuneración”
por su uso.
Entendemos
necesario el desarrollo en particular de la excepción educativa,
es decir, aquellas situaciones en las que la sociedad prime sobre
los intereses particulares de los distintos titulares en razón
de la necesidad de formación de la comunidad.
El
reclamo de “razonabilidad” en el acceso no puede limitarse
al aspecto económico.Dudamos
que en el caso de las políticas educativas mayoritarias en
Latinoamérica, donde el principio de gratuidad es norma, algún
precio pueda resultar “razonable” si no al contrario creemos
que en materia educativa la única racionalidad posible pasa
por el acceso gratuito de los usuarios educativos.
La organización sindical en una economía en cambio.
1.
Así como el modo de producir “crea” sus trabajadores,
también “crea” sus organizaciones.
2.
Sindicatos ajustados al paradigma fordista se constituyeron como grandes
unidades de acción, donde así como las empresas se destacaban
por la extensión territorial y la producción en escala,
las grandes organizaciones se destacaban por su exteriorización
del patrimonio y el “volumen” de afiliación.
3.
Frente a un modelo de producción industrial indiferenciada,
la organización sindical no requirió atender distintos
modelos de negociación, diversificar su modelo de representación,
y al igual que la empresa de los ´70, produjo un modelo de conducción
política altamente concentrado, donde las decisiones de conflicto-
acuerdo se cerraban en las cúpulas empresario sindical.
4.
Sin embargo, la necesidad de competir en una economía global
generó nuevos modos de organización empresaria, diversificando
la producción, modificando los estándares de realización,
descentralizando la decisión, incorporando mecanismos de comunicación
con la sociedad como consumidor que parecían “políticas
de transparencia”.
5.
Este nuevo modelo empresario requiere, necesariamente, un nuevo modelo
sindical. A nadie escapa que “las grandes organizaciones”
llegan tarde a las respuestas necesarias, están alejadas del
lugar de toma de decisión empresaria, su esquemas de negociación
no logran captar las diferencias entre empresas ni las diferencias
entre trabajadores que señalamos en el capítulo anterior,
y su modelo de toma de decisión se mantiene a nivel de cúpula,
transformándose, para el ojo de la sociedad, casi siempre,
en una medida carente de transparencia.
6.
Se ha producido un “Cambio del centro de gravedad” en
la relación productiva en los nuevos modelos sociales, que
no ha sido impulsado por las empresas ni los sindicatos sino por la
propia sociedad, que ante la aparición de nuevos intereses
colectivos desea conocer el modo en que se produce, quienes y cómo,
y esto obliga a rendir cuentas permanentemente, pues muchas decisiones
productivas laborales inciden en el medio ambiente social (sobre la
ecología, sobre los modelos educativos, las políticas
tributarias, sanitarias, etcétera .)
7.
Esta aparición de la sociedad reclama de las organizaciones
sindicales mecanismos de transparencia interna y de interlocución
social inéditos en la historia del sindicalismo argentino,
acostumbrado a alianzas o conflictos por parte de la sociedad, pero
no a esta “auditoria” permanente.
Un nuevo modelo de muchos modelos.
El
nuevo modelo sindical es, básicamente, muchos modelos sindicales
basados en un cambio radical en la estructura: aceptación
de todo tipo de organización, aceptación de todo tipo
de asociación, cambio del centro de decisión, cambio
del método de representación.
Si
durante la década de los ochenta el sindicalismo representó
una función defensiva de conservación de su subsistema
de relaciones sociales, (sistema de orden normativo y tutelar de
las relaciones de trabajo consolidadas) tiene que admitirse que
dicha tarea concluyó, en menor o mayor medida, en un fracaso.
El
sindicalismo que resultó derrotado puede caracterizarse de
la siguiente manera
1)
fuertemente ideologizado pero débil doctrinariamente.
2)
centrado en la defensa corporativo pero ajeno a los conflictos
de clase.
3)
defensor de las conquistas económicas de la corporación
pero al mismo tiempo limitado por ellas en su defensa de los
intereses de sus representados.
4)
comprometidos con la gestión de gobierno y agredidos
por ella.
5)
negado a negociar nuevos convenios con los empleadores y emprendedor
de nuevos negocios con los empleadores.
6)
aceptó el diálogo desde la identidad de intereses.
7)
Negó el conflicto de clase y lo señaló
como una anomalía del comportamiento.
Esta
descripción que marca el cenit y caída de un modelo
(vandorista) de representar lo sindical, fue acompañado en
su apogeo y caída por un antagonista que también se
mostró agotado para conducir los intereses y conflictos de
clases Este sindicalismo "combativo" tuvo las siguientes
características:
1)
En la economía pública, optó por la confrontación
permanente contra el Estado como empleador.
2)
En la economía privada, "sublimó"
los conflictos con el empleador privado y los convirtió
en conflictos con el Estado como organizador de la economía.
3)
subordinó el diálogo a la aceptación
de la validez de sus posiciones.
4)
levantó el conflicto de clase como una bandera, y no
como la base de su programa de acción.
5)
Rehuyó a cualquier articulación de dialogo social.
6)
enfrentó los cambios de la economía sin propuestas
reales posibles.
El
sindicalismo que ha podido surgir de la derrota que menciono empieza
a perfilar los siguientes caracteres:
1)
Contenedor de los sectores “empobrecidos”
Este
modelo sindical plantea como escenario mínimo la práctica
sindical en el trabajo, y como escenario ideal, el - ámbito
social
Nuestra
hipótesis es la siguiente: Si resulta posible ensamblar las
demandas sociales, laborales y económicas heterogéneas
del campo popular dentro del programa de acción sindical,
será posible desarrollar políticas que asumiendo compromisos
con las demandas específicas de los distintos sectores, impulse
modificaciones globales en las políticas existentes teniendo
como centro la acción sindical.
Esta
capacidad relacional es necesaria e imprescindible para recuperar
la fuerza de las organizaciones gremiales de incidir en la formación
de bloques socio políticos con estrategia y voluntad de acceso
al poder.
Si
esta tarea es la que se entiende como posible, la práctica
de la organización debe apuntar a relacionar las demandas
específicas y sectoriales dentro de los reclamos globales,
y elaborar en consecuencia propuestas políticas diferenciadas
dentro de las políticas generales alternativas
Esta
capacidad de detectar demandas específicas y elaborar su
respuesta política dentro del planteo global, depende en
gran medida de la capacidad de inserción de la organización
sindical en los distintos sectores donde los grupos laborales y
medios se desarrollan.
Esta
política de conciliar internamente las distintas expectativas
requiere también la capacidad de resolver la tensión
de las posibles relaciones contradictorias. Para ello la organización
debe desarrollar un fortalecimiento de las nuevas formas de actuación
sindical (mas adelante trataremos de definir cuales son estas) en
especial en aquellos sectores de mayor movilidad en razón
de su alta productividad, aquellos nichos beneficiados por la política
económica dominante. Es en estos sectores productivos, con
los mejores salarios y condiciones de trabajo relativos, donde puede
esperarse con lógica una mayor presión “flexibilizadora”
tendiente a reducir costos sobre la disminución del componente
laboral.
Este
segmento de trabajadores (polivalentes, altamente capacitados, con
situaciones reales “fuera de convenio”) requiere necesariamente
una política sindical específica.
Los
sectores de pequeña y mediana empresa son los mayores empleadores
en la actividad privada, como regla general. Muestran una estructura
tecnológica, financiera y de mercado radicalmente diferente
a los sectores del grupo anterior. Esta realidad productiva imprime
una estructura de relación laboral diferente a la anterior.
En estos sectores es común la relación laboral “en
negro”, total o parcialmente, el incumplimiento de las normas
legales y convencionales, el desarrollo de estrategias de relaciones
de personal “cara a cara” y antisindicales, etc.
La
política sindical específica debe atender a situaciones
donde el empleado se halla mas cerca (incluso físicamente)
del empleador que de su representante sindical, vencer la desconfianza
y el miedo que esa relación impone.
La
acción debe plantear estrategias que interesen a ambos sectores
(empresario PYME y trabajadores) estableciendo regulaciones específicas
y diferenciadas según la magnitud del emprendimiento, con
mutuos compromisos de participación, compromisos económicos,
etc.
La
concertación de nuevas conductas a seguir entre las partes
debe contemplar estas diferencias, pero en ambos casos, las concesiones
sindicales deben tener como contrapartida compromisos empresarios
relativos a la modernización de los sistemas de producción,
gestión, políticas de mercado, participación
de los trabajadores desde el puesto de trabajo, información
y consulta, paritarias, condiciones de trabajo, auto - composición
del conflicto, etc.
El
gran instrumento para encauzar estas demandas, es la negociación
de intereses colectivos, en sus distintas variantes, instrumentos
y niveles.
Las
prácticas corrientes de las organizaciones sindicales deberán
contemplar para su fortalecimiento:
1.
Integración horizontal de los sistemas de seguridad
social sindical.
2.
Integración horizontal de las organizaciones colaterales.
3.
Políticas de integración de la mujer y el joven.
4.
Elevar la tasa de sindicalización.
5.
Reestructuración de sus estructuras de organización,
con políticas de descentralización sindical.
6.
Creación de departamentos permanente de estudios e
investigación.
7.
Transformar los departamentos gremiales especializándolo
según los siguientes temas:
c.
formación profesional y sindical.
d.
políticas de mejora de la calidad.
e.
políticas de articulación social.
La
estrategia global del sindicalismo requiere elaborar propuestas
expresas para la situación general.
9.
En este nuevo modelo ocurre también que la decisión
cambió de lugar. El cambio empresario orientado a descentralizar
la toma de decisión, y la mirada social, lleva a que la participación
y decisión sindical deba trasladarse a los lugares de trabajo,
por eficacia, oportunidad y transparencia, requiriendo esto un traspaso
de “poder sindical” a los delegados, y la búsqueda
de nuevas funciones a la cúpula sindical, más orientada
en consecuencia en pensar las estrategias marco que en las decisiones
individuales.
10.
“La organización vence al tiempo” es
una realidad efectiva en materia de organizaciones sindicales cuando
estas se adecuan a los tiempos. La diversificación de los
modelos productivos requiere diversificación de los modelos
de organización sindical, permitiendo la cantidad de sindicatos
que los trabajadores estimen necesarios, con los modos de organización
que estos estimen necesarios, modificando el sistema de representación.
11.
La coexistencia de organizaciones sindicales, necesaria para acompañar
el fenómeno de diversidad de modos de producción y
respetar a pleno el principio de Libertad Sindical, requiere a su
vez otro modo de definir la representación de los intereses
de sector: acompañando el retiro del Estado de su tradicional
política de intervención, ya no debería ser
éste quien estableciera el monopolio representativo. Suena
lógico que si el centro de gravedad de la decisión
se trasladó al establecimiento, sea en ese ámbito
quien pueda acreditar el mayor número de representantes (dentro
de un único mínimo y máximo legal con independencia
de la cantidad de sindicatos) quien ostente la representación,
en tanto mantenga esta primacía.
12.
Este esbozo de modelo alienta:
a.
la sindicalización en las bases,
b.
desburocratiza la decisión
c.
alienta la mejora de la representación en tanto su dinamismo
esta permitido en razón de su modo de fijación (por
el término del mandato de los delegados, elegidos en un
solo acto)
13.
Si la única verdad es la realidad, la existencia de muchas
realidades nos permite postular muchas “verdades sindicales”
y alentar, en consecuencia, un nuevo modelo sindical donde el trabajador
enseña y diseña a la organización, ya que la
fijación de la representación por la mayoría
de delegados, y la temporalidad de estos, lleva a la estructura sindical
a indagar continuamente la opinión de sus bases.
14.
Otra consecuencia de este modelo es la consigna “Una empresa,
un actor.” Definida la representación de tal manera,
el modo de relación se configura, en gran medida, por el modo
en que se constituye el conjunto de los delegados: estos conocerán
con mayor detalle la empresa y su modo de producir, y en cierta medida,
serán resultado del modo en que la misma se plantea su desafío
productivo.
Un
nuevo modelo de acuerdo productivo en la sociedad del conocimiento.
Durante
la década del 70, la uniformidad del modo productivo permitía
prever que el modo de negociación, en cada rama de actividad
(y en consecuencia sus empresas) y cada sindicato tendrían
más similitudes que diferencias, y puede decirse que la UOM
en el sector productivo y la FAECYS en el sector servicios establecían
el modelo a seguir.
Por
otro lado, el modo en que se producía no era la diferencia
que el sector empresario alentaba, basada esta mayormente en el modo
en que se relacionaba con el estado o sus volúmenes de producción.
Así
se cristalizaron convenios y relaciones paritarias que han llegado
hasta la actualidad.
Los
sindicatos, y en menor medida y sorprendentemente algunas empresas,
han sostenido el modelo de negociación por actividad, pese
a que, en los últimos cinco años más de 1500
acuerdos se celebraron con distinta modalidad.
Esta
persistencia responde a que todo cambio de modelo de negociación
(articulado, empresa, regional, parcial) implica una traslación
de poder a nuevos actores dentro del sector.
Sin
embargo, la realidad indica que la cantidad de acuerdos requiere un
nuevo modelo de negociación, que admita no sólo otras
direcciones (distinta a la actividad) y otros niveles (distintos al
nacional) sino otros actores (pymes, UTES,) otros mercados (exportación)
otros productos (nuevas líneas productivas) etcétera.
Si
en cada actividad no todas las empresas producen igual, pareciera
que el convenio por actividad carece de eficacia, y en la práctica
sabemos que ha estallado. El acuerdo por actividad debe adquirir un
nuevo sentido, fijar las líneas, recomendaciones, orientaciones
y los espacios de acuerdos de distinto nivel, similar a la experiencia
de los convenios de competitividad, que disparen en cascada prácticas
y acuerdos de negociación de diverso ámbito y materia.
El
acuerdo por empresa, por región, por producto, etcétera,
debería, en el marco fijado, la práctica habitual.
En
lugar especial deberán tener las propuestas PYMES y MICRO,
donde los estándares convencionales son demasiados altos, las
representaciones paritarias demasiado lejanas, y las realidades específicas
demasiado distintas al escenario de los grandes negociadores paritarios.
El
espacio PYME y MICRO debe alentarse fuera de los acuerdos generales,
no como capítulo especial sino como experiencia autónoma
y promovida de nuevas relaciones laborales productivas.
Este
cambio del modelo de negociación implica repensar los modelos
de “marco de orden público a la negociación privada”
y buscar alternativas para orientar los acuerdos generales hacia una
mayor autonomía de las partes.
Nuevos conflictos y otras soluciones.
En
este escenario de economía fragmentada, dinámica y
cambiante, con nuevos paradigmas laborales, nuevo modelo de organización
sindical y un diferente esquema de negociación, la atención
de las controversias colectivas requerirá también
un nuevo modelo de solución.
La
incorporación de prácticas de mediación y solución
privada de conflictos, la posibilidad de la aplicación temporal
y provisoria de esquemas alternativos al que genera el debate, permitirá
reducir la conflictividad actual.
La
política de transparencia, orientada por la medidas de democracia
interna sindical, y el balance social empresario permitirán
prever conflictos y tomar decisiones tempranas.
Esencialmente,
en la decisión del conflicto, la aparición de formas
de democracia directa, con la plena y oportuna aparición
de los trabajadores (y empresarios afectados) votando asambleariamente
la medida, alentando la autorregulación, limitando temporalmente
el alcance del mandato, y requiriendo a las partes garanticen su
responsabilidad frente a los daños que causen a terceros,
permitirá definir un modelo de conflicto responsable.
Es
posible pensar un modelo de conflicto y solución donde el
conflicto privado (nivel empresa) se resuelva por remedios privados
acordados previamente, y los generales con afectación de
intereses públicos admiten un nivel creciente de involucramiento
de la autoridad de aplicación y la sociedad civil. Mecanismos
de información previa, informes ciudadanos, audiencia públicas
con la exposición de la posición de las partes, la
definición adecuada de los términos del conflicto,
permitirán que la sociedad civil, nuevo y dinámico
actor de las relaciones sociales, contenga y ayude a la solución
de los conflictos de su interés.
El
lugar de la administración.
Un
nuevo modelo de relaciones requiere repensar la función de
la administración pública.
La
descentralización como optimización de recursos e
inmediatez de resultados puede entenderse en este caso como la delegación
de facultades actualmente en poder del Estado hacia otros organismos
o entidades.
El
poder de policía sobre las organizaciones gremiales de trabajadores
y empleadores, la policía normativa, la atención de
acuerdos y conflictos, pueden valida y eficazmente ser delegados
a:
1.
Gobiernos provinciales.
2.
Entes autárquicos públicos.
3.
Entes privados constituidos por las partes.
Al
mismo tiempo, un modelo de inclusión social por el empleo
requiere un mayor compromiso en las políticas del área,
entendidas como la generación y promoción del empleo
en sentido amplio la formación profesional para y en el empleo
y el aliento de su inclusión en las relaciones laborales
antes esbozadas. Esto nos lleva a pensar en un Ministerio de Empleo,
Formación Profesional y relaciones laborales que tenga a
la Política de Empleo como objeto de atención central,
la formación profesional como herramienta de acción
prioritaria, y el ámbito de las relaciones laborales como
marco de verificación.
Seguro
social para todos.
El
seguro social actual puede contarse de la siguiente manera:
1.
Un seguro de desempleo. (sistema de indemnización capitalizada
privada, Ley 24013)
2.
Un seguro de salud. (sistema de obras sociales sindicales)
3.
Un seguro familiar (sistema de asignaciones familiares)
Este
sistema compartimentado, que hace soportar la contribución
sobre el salario como hecho imponible, fue pensado para un escenario
de empleo creciente y empleo garantizado.
Un
verdadero seguro universal debe ampliar su base de cotización
ampliando los hechos y reduciendo la carga sobre el salario, garantizando
un seguro básico mínimo y estableciendo beneficios
móviles por periodos presupuestarios y variación de
las hipótesis de contingencia a cubrir.
----------------------------------------------------------------------------------
[1]
Hay una doble funcionalidad del empleo, en tanto inicialmente nos
permite integrar la sociedad, puede decirse de él que constituye
un derecho humano básico, y su ejercicio individual debería
estar garantizado por el resto de los “contratantes”.
Su
ejercicio efectivo debería garantizar otra serie de derechos
humanos respecto del titular, que podríamos llamar de 2º
y 3º generación, y debería ser motivo de otro
trabajo cuales son esos derechos humanos derivados del ejercicio
del empleo.
Por
otro lado, el ejercicio colectivo del empleo debería garantizar
al conjunto las condiciones prácticas para el ejercicio real
de tales derechos. Esto se vincula con la estructura tributaria
y de seguridad social.
[2]
Porque en la nueva economía no se priorizan especialidades
sino competencias para adaptarse a las nuevas situaciones.
[3]
Esta ajenidad como identificatoria de la organización empresaria
en tanto hace propia una producción del trabajador, y en
igual sentido ajeno para el trabajador pues este, una vez realizada
su tarea, pierde toda facultad sobre ella.
Esta
ajenidad es aún mas notoria en los trabajadores intelectuales
(músicos, actores, escritores, videastas, escenógrafos,
plásticos, periodísticas) donde la nota definitoria
del producto pasa por el valor información / conocimiento
cualificando con su trabajo el valor del producto inmaterial por
encima de su soporte.
Sería
quizás importante orientar una línea de investigación
sobre la "propiedad" o "ajenidad" de la relación
laboral y la participación de los trabajadores en el mayor
valor adquirido por el resultado de su trabajo.
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